Les aconsejaría a todos aquellos que se frotan las manos desde que lo de Valencia parece haberse complicado, que se pongan vaselina, porque es más que probable que les salgan heridas antes de que uno de nosotros acabe ante un tribunal. Lo advierto de buena fe, que de tanto escribir en este panfleto izquierdoso, he acabado por cogerles cariño a algunos de ustedes y me sabe mal verlos de chasco en chasco.
Desengáñense, mucho va a tener que llover todavía (y el cambio climático juega a nuestro favor), antes de que consigan que la justicia sea aquí igual para todos. Muchos han sido, desde la llegada de la democracia, los que han intentado cambiar el estado natural de las cosas, pero si tienen un poco de memoria no les hará falta escarbar demasiado para que les vengan a la cabeza ejemplos, como el del caso Naseiro, en los que hemos conseguido sin mucho esfuerzo salirnos de rositas mientras ustedes se quedaban con cara de capullos. Perdonen la expresión, espero se la tomen en estricto sentido floral.
¿Se imaginan ustedes algún otro país del mundo en el que tras 40 años de dictadura la única persona procesada sea el juez que propone investigar los asesinatos cometidos ? No quieran saber ustedes las risotadas que nos damos en Génova cuando hablamos del asunto. Y no crean que se trata de una especie de contubernio creado por las clases bien para decidir tal o cual acción de forma deliberada, ¡qué va!, es todo mucho más sencillo. Podrán comprender que entre nosotros quien no tiene un primo, tiene un sobrino o un amigo en tal o cual tribunal. Que, afortunadamente, la democracia todavía no ha conseguido infectar todos los estratos sociales de este
bendito país nuestro (y digo nuestro, no de ustedes).
Miren el caso Fabra, por no extenderme con otros ejemplos. Como no acabábamos de conseguir un juez a nuestro gusto, hemos ido demorando el asunto hasta que ha llegado el hijo de uno de los nuestros (una de las películas de culto en el partido) y ya verán como en cuatro días asunto olvidado y a seguir viviendo, que son cuatro días, ¡leches!. Pues imagínense si hemos hecho eso con un simple juez de pueblo, lo que podemos hacer teniendo como Presidente del Tribunal Superior de Justicia de
Valencia a alguien que aún busca una palabra para poder definir en su justa medida la amistad que lo une a Camps.
Así que háganme caso, dejen de frotarse las manos y si ya se habían comprado la vaselina guárdenla para cuando volvamos al poder, que más de uno la va a necesitar.
Publicado por BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS en:
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