03 febrero 2010

Quiero ser el "hijoputa" de Esperanza

El buenismo intelectual en el se cobija la progresía española la mantiene alejada por completo de la vida real. Por eso, cada vez que se enfrenta a un episodio de naturaleza en estado salvaje, se escandaliza ante la imposibilidad congénita que tiene de entenderlo. Eso es lo que ha ocurrido esta semana con las frases robadas por un micrófono indiscreto a Esperanza Aguirre.
Esperanza estaba en la sierra madrileña, un entorno que invita a la naturalidad y se comportó, ni más ni menos, que cómo es ella en estado puro. Entender que la política es una jungla, sólo puede costarle esfuerzo a quienes se autoengañan o a quienes, como diría Esperanza, son gilipollas. No sé con exactitud quién es el hijoputa al que se refiere Esperanza, por mucho que la hipócrita izquierda sienta debilidad por Alberto Ruiz Gallardón, pero sí que cualquiera de nosotros sueña con alcanzar semejante honor.


Sí, han leído bien, digo honor. Porque nosotros, a diferencia de la mayor parte de la caduca izquierda española, sabemos porqué estamos en política, para qué sirve la política y cómo hay que comportarse en política. Y, desde luego, en este mundo a mayor grado de hijoputez, más posibilidades de éxito. Luego, cuando Esperanza califica, a quien quiera que fuera del partido, como hijoputa, en realidad lo define como triunfador y lejos de sentir aversión, muestra por él admiración y proximidad, mucha proximidad.

No pueden imaginarse la cantidad de llamadas que ha recibido Esperanza de compañeros del partido, preguntando ilusionados si el calificativo iba por ellos. Pero nuestra presidenta, aún siendo tan natural, tan pura, tan salvaje, no ha querido cargar con el peso de romper tantos corazones, y a todos ha dado motivos para imaginar que son el hijoputa de Esperanza.

El único personaje que debe estar preocupado, muy preocupado diría yo, por este episodio, es el consejero de CajaMadrid, del que ni la presidenta se acuerda del nombre, que ha cometido el más grave de los pecados políticos: la falta de agradecimiento. ¿Qué sería de nuestro mundo, me refiero al del partido, si se llenará de desagradecidos que no pagan los favores? No te preocupes Esperanza, nos pediste que buscáramos algo contra él, y no dudes que lo encontraremos, porque todos soñamos con ser tu hijoputa predilecto.

BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
31/01/2010