La presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, genio y figura, presumió ayer de no llevar en su lista electoral del 22 de mayo a ninguno de los implicados en el caso Gürtel. Un sartenazo en toda regla contra el aspirante a repetir como presidente valenciano, Francisco Camps, a cinco minutos del banquillo por cohecho pasivo impropio en relación con el citado caso. Pero, ojo, el sartenazo fue directo al bajo vientre de Mariano Rajoy.Sintiéndolo mucho el que subscribe no tiene otro remedio que remitirse a su comentario de ayer sobre las dos almas del PP. Es nada menos que la lideresa madrileña quien con su verbo directo e insobornable hace distingos en asuntos de corrupción. Un PP lleva en sus listas electorales a personas implicadas en el caso Gürtel y otro las excluye. En el discurso de Esperanza Aguirre, Francisco Camps queda en el primer grupo. Y, ay, Mariano Rajoy, también, por respaldarlo.
Resulta asimismo inevitable remitirse a la reciente memoria del PP, donde habita el recuerdo del amago de Esperanza Aguirre (“Yo no me resigno”) como alternativa de poder en el partido fundado por Fraga y refundado por Aznar. Ocurrió después de la segunda derrota electoral de Rajoy ante Zapatero y en vísperas de que aquél confirmase su maltrecho liderazgo arropado en Valencia por Francisco Camps (16 congreso nacional del PP, “Crecemos juntos”, en junio de 2008).
Sería lógico preguntarse si, además de acudir al recuerdo de los acontecimientos de orden interno que vivió el PP en aquella convulsa primavera de 2008, sigue vivo también algo parecido a un proyecto alternativo liderado por la presidenta madrileña. Algunos lo harán. Pero no es el caso. Si lo tuvo alguna vez en la cabeza, básicamente por contagio de quienes la empujaban desde dentro y desde fuera, ya no lo tiene. Su condición de abuela feliz y un reciente achaque de salud la descartan de aventuras políticas de mayor cuantía.
No obstante, y aunque no lo diga, o aunque lo diga de forma elíptica, como en este caso, es una verdad incontestable que Esperanza Aguirre no es marianista ni lo será nunca. De haberlo sido, al menos se hubiera pensado dos veces esta toma de distancias en vísperas de unas elecciones autonómicas y municipales.
Sostiene la presidenta madrileña que los ciudadanos entienden y aplauden la decisión de expulsar a todo cargo público sobre el que simplemente planee la sospecha de haber participado en la trama corrupta, encabezada por Francisco Correa, que creció en torno al PP, sobre todo en Valencia y Madrid. Una forma de decirle a Camps, y a Rajoy por apoyarlo de forma explícita, que los ciudadanos no entienden la decisión de mantener en las listas valencianas a quienes están algo más que bajo sospecha de implicación en el caso Gürtel (Camps, Costa, Campos, Betoret y compañía).
Es evidente que la dirección del partido en Valencia no ha interpretado igual que la dirección del partido en Madrid el código ético del PP revisado en 2009 sobre la conducta de los candidatos que pueda dañar la imagen del partido. Y es evidente que la dirección madrileña ha tenido un especial empeño político en alzar la pancarta del no somos todos iguales. Mala noticia para Mariano Rajoy en su vuelta al trabajo de ayer.