El Gobierno de Castilla-La Mancha está “encantado con la visita del Papa a España y considera que los actos que se han desarrollado en torno a la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada estos días en Madrid, han constituido un "modelo de convivencia y de hacer". Sin embargo, hay algo que llama mucho la atención: ¿por qué nuestra presidenta Cospedal no ha aparecido en los actos religiosos o “políticos” con el Papa, ni como pastor de la Iglesia Romana, ni como Jefe del Estado del Vaticano?
Porque ahí estaban, en primer plano Aznar y su esposa. Y otros líderes del PP, como Esperanza Aguirre o Rajoy, coincidieron al señalar que estar cerca del Papa les había emocionado: ¿por qué no ha estado Cospedal, secretaria general del PP, junto al líder de los cristianos con lo que le gusta a ella aparecer en este tipo de actos que refrendan la españolidad más profunda y, de paso, suman adhesiones y votos?
Puede que alguien cercano le aconsejara que no se dejara mucho ver, debido precisamente a la faceta que más nos gusta de nuestra presidenta: sus libres decisiones como mujer del siglo XXI para optar por tener un hijo por fecundación “científica”, algo que rechaza la iglesia de Benedicto XVI; por casarse con un divorciado, cuestión altamente confesable y, finalmente, casarse por lo civil eligiendo de oficiante a un concejal. Y no a un Cardenal o a un cura, al fin y al cabo.
Mientras damos nuestro firme apoyo a nuestra presidenta por estas decisiones adoptadas desde su libre albedrío, entendemos también las dificultades para superar estas contradicciones en el seno de su partido y de la Iglesia. Leamos titulares, lo que ha manifestado Cospedal estos días, en sus escapadas desde la playa: “Cospedal critica la intolerancia sin límites de la marcha laica”, “Cospedal exige la dimisión fulminante de la delegada del gobierno en Madrid”.
Otra pregunta: ¿no debería ella estar en la marcha laica de haber sido consecuente con esos actos que respetamos y aplaudimos y que marcan decisiones trascendentales de su vida personal?
Menos mal que el a veces fundamentalista consejero portavoz de su gobierno, Leandro Esteban, ha dicho en Toledo que es "magnífico que alguien diga claramente lo que opina y lo haga en público" y es "bueno" que quién no esté de acuerdo "lo respete".
Pues eso, gracias don Leandro por este gesto de comprensión.
www.dclm.es
Puede que alguien cercano le aconsejara que no se dejara mucho ver, debido precisamente a la faceta que más nos gusta de nuestra presidenta: sus libres decisiones como mujer del siglo XXI para optar por tener un hijo por fecundación “científica”, algo que rechaza la iglesia de Benedicto XVI; por casarse con un divorciado, cuestión altamente confesable y, finalmente, casarse por lo civil eligiendo de oficiante a un concejal. Y no a un Cardenal o a un cura, al fin y al cabo.
Mientras damos nuestro firme apoyo a nuestra presidenta por estas decisiones adoptadas desde su libre albedrío, entendemos también las dificultades para superar estas contradicciones en el seno de su partido y de la Iglesia. Leamos titulares, lo que ha manifestado Cospedal estos días, en sus escapadas desde la playa: “Cospedal critica la intolerancia sin límites de la marcha laica”, “Cospedal exige la dimisión fulminante de la delegada del gobierno en Madrid”.
Otra pregunta: ¿no debería ella estar en la marcha laica de haber sido consecuente con esos actos que respetamos y aplaudimos y que marcan decisiones trascendentales de su vida personal?
Menos mal que el a veces fundamentalista consejero portavoz de su gobierno, Leandro Esteban, ha dicho en Toledo que es "magnífico que alguien diga claramente lo que opina y lo haga en público" y es "bueno" que quién no esté de acuerdo "lo respete".
Pues eso, gracias don Leandro por este gesto de comprensión.
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