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Mariano Rajoy se ha ido a Chipiona (Cádiz) en su primer gran acto público de la semana tras su larga reclusión en la planta noble de Génova. Lo ha hecho un día después de que Luis Bárcenas declarase ante el Tribunal Supremo (foto que mantiene en la retina) para decir que ni es L.B. ni es Luis el cabrón, así que a él que le registren que no tiene nada que ocultar. No pensarán lo mismo tantos dirigentes de su partido que preferían haberle visto apartado de la ‘caja’ una vez que ha sido imputado por el juez Francisco Monterde. Claro que, el magistrado –del ala conservadora, dicen- le puso el privilegio de “imputado provisional”, lo que permitió a Bárcenas ejercer su defensa antes de que el tribunal decida si continuar la investigación a un aforado, en su caso un senador.
“No va a dimitir, os lo digo yo, me apuesto el cuello”, decía no hace mucho un inquilino del edificio de la gaviota azul. Y tanto. Lo que Bárcenas pactó con Rajoy fue que en caso de que el Tribunal Supremo pida permiso al Senado para continuar la investigación (es decir, imputado en toda regla) haría un retiro voluntario.
Rajoy se encomienda a la Virgen
Vamos, que deja las finanzas del partido pero nada de cese y nada de dimisión.
Eso explicaría muchas cosas, como el posible chantaje del tesorero a otros dirigentes del PP con tanta documentación que dice tener; y por ende, el silencio de la cúpula popular y la negativa a dar un respaldo público –al estilo Camps- con el engominado y poderoso guardián de las cuentas peperas.
El único que sigue saliendo en defensa suya es Javier Arenas, que junto con Ana Mato son los principales valedores de la teoría de que es mejor que no dimita. Otros, en cambio, asisten preocupados al espectáculo de un Bárcenas abriéndose la chaqueta a las puertas del Supremo para que le registren. Pero la consigna oficial sigue siendo la presunción de inocencia y la teoría conspiranoide de que es el Gobierno, el propio Rubalcaba –al que apuntan algunos- el que le está montando todo el pifostio al PP con las filtraciones de la trama Gürtel.
"Se está utilizando una causa general por parte de algunos, sobre todo por parte del PSOE", dijo este jueves el ‘número dos’ del Grupo Parlamentario del PP en el Congreso, José Luis Ayllón, para añadir después que "lo cómodo sería decirle a Bárcenas que se vaya, lo justo es, si él dice que es inocente, dejar que se quede y lo demuestre". Ayllón, como toda la guardia de corps de Rajoy mantiene la cantinela ordenada por su jefe que a acusó al Gobierno de Zapatero de “machacar inmisericordemente” a su partido con la Gürtel.
Desde que el PP ganara las Europeas, Rajoy ha adoptado la pose de triunfito. "Vamos bien y nos va a ir mejor en el futuro a pesar de los estratosféricos esfuerzos de algunos para hacer lo posible y, si pueden, lo imposible para que esto sea así, pero no lo van a conseguir", porque el PP “tiene mucho callo”. Y tanto, como para no echar a Bárcenas ni con aceite hirviendo.
A diferencia de Bárcenas, el caso Merino ha pasado sin pena ni gloria y eso que se le atribuye haber choriceado más de doscientos mil euros. Luis Merino es diputado nacional y como al tesorero se deberá pedir el suplicatorio al Congreso para que permita ser investigado. La decisión aún no la ha tomado de manera oficial el Supremo pero algunas gargantas profundas han dicho al PP que se hará más pronto que tarde.
En esas está Rajoy, encomendándose a la Virgen (de Regla, en la foto) para dejar el asunto zanjado antes del verano, porque si no va a ser demasiado culebrón para su cuerpo.