El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, advirtió ayer de que los gobiernos de los países ricos deben ser cuidadosos para no causar más sufrimiento en el mundo en desarrollo con medidas audaces para impulsar sus economías. Zoellick destacó que los países pobres, que ya afrontan problemas como el paro o la subida de precios, son vulnerables a las consecuencias no deseadas de las políticas de rescate de los mercados financieros.
"Los países desarrollados han avalado una gran cantidad de deuda bancaria, lo que ha hecho muy difícil a los países en desarrollo con buenos programas presupuestarios poder acudir al mercado y presentar su deuda", explicó en una entrevista concedida a Reuters durante su gira por la región china de Sichuan, sacudida en mayo por un fuerte terremoto.
"Es importante que los países desarrollados reconozcan que en algún momento van a necesitar una estrategia de salida para estas garantías y ponerlas bajo control. No estoy diciendo que lo deban hacer ahora, pero, de otro modo, los países en desarrollo sufrirán las consecuencias", afirmó.
Crisis de desempleo
"Esta crisis financiera se ha convertido en una crisis económica y el año próximo será una crisis de desempleo. Va a ser una fase extremadamente difícil", dijo. La recuperación, indicó Zoellick, podría verse obstaculizada si los países se encierran en sí mismos e intentan salvar sus economías sin importarles los demás. "Me temo que el paro pueda provocar nuevas olas de proteccionismo", advirtió.
Zoellick alabó los estímulos monetarios y fiscales de Estados Unidos y otras partes del mundo, pero estas políticas podrían ser simiente de problemas económicos futuros si no son contenidas con disciplina. "Ahora mismo hay una liquidez tremenda, mucho mayor que la que había en 2001, así que cuando la velocidad del dinero aumente los bancos centrales deberán poder absorber parte de esa liquidez", dijo.