16 agosto 2012

Carta a los defensores hipócritas de la cajera

¿Dónde estaban todas esas voces que ahora defienden a ultranza a la cajera cuando se aprobó la Reforma Laboral o cada vez que hay un desahucio? Como ya todos saben, hace unos días, el Sindicato Andaluz de Trabajadores organizó una acción de desobediencia civil en un par de supermercados de Andalucía. Entraron y sacaron varios carros llenos de alimentos de primera necesidad para cederlos a bancos de alimentos y comedores sociales, muy necesitados de tales productos ante el importante aumento de la pobreza, sobre todo en Andalucía. En el momento en que los sindicalistas abandonaban uno de estos establecimientos, una cajera se antepuso en su camino intentando frenar la huída con los carros. Acto seguido, uno de los trabajadores que participaba en la acción empujó a la cajera levemente diciéndole que dejara de defender a quienes más nos están robando y permitiera así la salida pacífica del local. Desde ese momento, las voces de la derecha más recalcitrante –PSOE incluido-, saltaron a la palestra para rechazar la acción en defensa de la ‘pobre e indefensa’ cajera. En primer lugar, me gustaría aclarar varias cosas. Primero, que no justifico ese empujón, algo quizá inevitable en un momento de tensión. Y segundo, no puede hablarse de robo, pues, según la RAE, se cataloga como tal cuando el hurto es en propio beneficio, algo que no ocurre en este caso, pues los alimentos fueron ofrecidos a familias pobres y en situación extrema. Por otro lado, para que sea considerado robo y, por tanto, delito, tiene que haber violencia, algo que, a excepción del susodicho empujón, no hubo, pues ni forzaron la entrada ni hubo altercados a la salida. Pero, ¿dónde estaban todas esas voces que ahora defienden a ultranza a la cajera cuando se aprobó la Reforma Laboral? ¿Dónde están todas esas voces cuando cientos de familias, entre lágrimas, se ven diariamente en la calle porque un banco ejecuta un desahucio gracias a la intervención de las fuerzas del ‘desorden’? Me resulta realmente hipócrita que ahora muchas de esas personas que han permanecido calladas o, peor aún, que han defendido las salvajes actuaciones policiales y los sangrantes recortes que han tenido lugar en este país desde hace meses, salgan ahora a la palestra a decir que se actuó con violencia con esa cajera. ¿Por qué esos mismos periodistas o empresarios que ahora defienden a la cajera se olvidaron de defender a los trabajadores cuando, por ejemplo, se aprobó el despido casi gratuito hace unos meses? ¿Tenéis vosotros idea de lo que es la violencia? Mapa de la corrupción en España Violencia es que los antidisturbios abran la cabeza a decenas de personas por el mero hecho de manifestarse pacíficamente reclamando unos derechos que están siendo vapuleados. Violencia es sacar por la fuerza a una familia de su casa porque no puede hacer frente a la hipoteca, haciéndoles sentir como los más sucios delincuentes. Violencia es atacar salvajemente a miles de jóvenes que reclaman educación pública y de calidad, como ocurrió en Valencia. Violencia es dejar en la calle a cientos de ladrones corruptos como Urdangarín, Camps, Fabra, Carlos Dívar o los responsables de los ERE’s falsos de Andalucía, entre muchos otros, mientras se persigue y se arresta a quienes entraron en el Mercadona. Violencia es que Florentio Pérez pague 49 euros a Hacienda o que se permita al 86% de las empresas del IBEX 35 que operen directamente en paraísos fiscales, estafando miles de millones de euros a las arcas públicas. Violencia es permitir que los bancos españoles sigan estafando a ayuntamientos y comunidades autónomas, prestando dinero a un porcentaje del 7% cuando lo han recibido del BCE a un 1%. Violencia es limitar la sanidad a los inmigrantes. Violencia es multiplicar el precio de las matrículas en las universidades públicas, equiparándolas a las privadas y negando un derecho tan fundamental como la educación a miles de familias por no poder costear tan alto precio gracias al 'tasazo' de Esperanza Aguirre, con el apoyo del ministro Wert. Violencia es que mientras los bosques de media España están ardiendo, el presidente del Gobierno esté de vacaciones y el ministro de Medio Ambiente, en los toros. Violencia es que el IVA suba al 21%, lo que supondrá el empobrecimiento de más familias, sin que se toquen los impuestos a los más ricos o a los artículos de lujo, cuyo porcentaje pasó del 33% al 21%. Violencia es que el IVA del material escolar, libros de texto incluidos, o el de la cultura suba del 8 al 21% mientras, por ejemplo, se mantiene reducido el IVA de los toros. Violencia es no prestar atención, o incluso multar, a las miles de familias que se pelean por conseguir los deshechos que el capitalismo vierte en los cubos de basura de sus calles. La solución la han encontrado en Girona: poner candados a los contenedores. Violencia es que los funcionarios sufran los mayores recortes de su historia sin poder ni rechistar. Y no me refiero solo a quienes trabajan en un Ayuntamiento, que son los que siempre pone como ejemplo la derechona más oportunista, sino que también y, especialmente, a los profesores, maestros, médicos, enfermeros o jueces, que, a pesar de realizar una labor encomiable, están viendo como sus emolumentos se reducen considerablemente mientras los de los políticos siguen en continuo crecimiento.
Violencia es permitir que las grandes economías de este país tributen solo un 1% de impuestos gracias a que se acogen a las famosas SICAV, esas sociedades de inversión de capital variable que ellos mismos crearon para no tributar. Violencia es aprobar una amnistía fiscal que va a permitir blanquear dinero a los grandes estafadores y ladrones de este país, sin perseguirles ni encerrarles. Violencia es salvar bancos con dinero público mediante la socialización de pérdidas (24.000 millones a Bankia), mientras se debate si acabar o no con los 426 euros que son los únicos ingresos que perciben miles de familias en este país. Violencia es permitir que un puñado de terratenientes con título nobiliario acaparen la mayor parte de las tierras andaluzas, abandonándolas a su suerte mientras cientos de miles de jornaleros mueren de hambre por no tener tierras donde trabajar. Violencia es no hacer nada para evitar ese 55% de desempleo juvenil que está condenando a toda una generación. Violencia es tener que rendir pleitesía a un jefe déspota que te ofrece 600 euros mensuales por miedo a ser despedido. Violencia es recortar en Ciencia y derechos fundamentales, mientras tenemos a los empresarios mejor pagados de toda Europa. Violencia es permitir que empresas como Inditex (Zara, Bershka, Pull & Bear o Massimo Dutti) sigan explotando a trabajadores en Marruecos o incluso a niños en Brasil o India, donde se les acusa de trabajo esclavo, mientras se publica a bombo y platillo que su fundador, Amancio Ortega es la tercera fortuna mundial con 46.600 millones de dólares. Violencia es aplaudir a estos magnates estafadores que se aprovechan de la explotación a la que someten a sus trabajadores para ver cómo crecen sus ingresos. Ya lo decía Sánchez Gordillo, “el que es muy rico, muy rico, muy rico, es muy ladrón, muy ladrón, muy ladrón”. Para mí, todo eso es violencia. No que un trabajador que lucha por unos derechos dé un empujón a una cajera del Mercadona. Un supermercado que, cabe recordarlo, encierra sus contenedores dentro del establecimiento para que nadie pueda beneficiarse de los productos que tiran por estar a punto de caducar, aunque ellos se escudan en que lo hacen para evitar "malos olores". Es más, un supermercado que ha llegado incluso a despedir trabajadores del turno de noche por “robar comida” destinada a la basura. Y es que, todos estos defensores de la cajera, no la defienden a ella. Defienden un sistema que les permite enriquecerse a cambio de explotar a sus trabajadores. Un sistema que, por fin, se tambaleó un poco gracias a la acción del Sindicato Andaluz de Trabajadores. Sin embargo, todavía hay muchos ilusos que se creen que esas voces defienden a la cajera. Pero qué vamos a hacer, pues como bien dice el proverbio chino, cuando el sabio señala la luna, el tonto mira el dedo. Publicado por David Val Palao

15 agosto 2012

Carta a una cajera de Mercadona

Estimada trabajadora de la cadena de supermercados Mercadona. Todos hemos podido ver el vídeo en el que, al encontrarte con que numerosos de los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores intentaban expropiar diversos alimentos básicos de tu supermercado para donarlos a un banco de alimentos, intentaste evitarlo y recibiste el empujón de uno de ellos. Como resultado te sentiste humillada y te quedaste llorando en un rincón. Muchos políticos, analistas y medios de comunicación han salido en tu defensa y se han convertido, sorpresivamente y por primera vez, en defensores los trabajadores, mejor dicho de una trabajadora como tú. Ahora, varios días después, probablemente sigas indignada con los que te empujaron y te sientas arropada y agradecida con estos defensores. En primer lugar quiero decirte que es comprensible tu reacción instintiva de oposición a quienes intentaban llevarse la comida en el centro donde trabajas, por eso es necesario recurrir a la razón para no limitarnos al instinto. Para empezar hemos de precisar que tu trabajo consiste en cobrar los productos a los clientes, no custodiarlos ni impedir su sustracción ni apropiación sin pago. Cuando intentaste evitarlo no estabas cumpliendo con tu trabajo, tomaste posición en un conflicto que no era el tuyo, porque la discusión por la propiedad de unos litros de aceite, otros de leche y alguna lata, entre el dueño de la cadena de supermercados y unos activistas que querían repartirlo entre familias sin recursos para comer, era un asunto ajeno a las condiciones laborales de tu contrato. Estimada trabajadora, no sé si has oído hablar de las clases sociales o de la lucha de clases. Básicamente consiste en reconocer que en una sociedad hay ricos y pobres, y que se encuentran en conflicto porque a más riqueza para los ricos, más pobreza para los pobres. Algo mucho más indignante si son estos pobres los que, con su trabajo, logran que los ricos amasen su fortuna. Con tu gesto del otro día tu tomaste una posición en esa lucha, en ese conflicto. Cuando tuviste que decidir entre los pobres que deben recurrir a la caridad del banco de alimentos donde irían destinados los productos sustraídos del supermercado donde trabajas y el patrimonio de la familia Roig, propietaria de la cadena, con un beneficio en el año 2011 de a 474 millones de euros, tú, libremente, te pusiste al lado de los segundos. No te quiero culpar por ello, insisto en que pudo ser una reacción instintiva que te hizo olvidar que esos productos que pasan durante cuarenta horas por tus manos no son tuyos, son de una familia millonaria, tu solo trabajas cobrando a los clientes. Te equivocaste a la hora de defender los intereses de una clase social, defendiste los del rico a pesar de que tú eres una trabajadora y tus intereses son opuestos a los de él: para que él sea rico tu debes cobrar menos, si tu cobrases más el sería menos rico. Tus intereses, aunque algunos insistan en lo contrario, no son los mismos que los del dueño de Mercadona. No eres la única que confunde los intereses de su clase con los de los ricos, basta observar cuántos trabajadores han votado al Partido Popular para que apruebe una amnistía fiscal a los ricos que defraudan a Hacienda o destine dinero público a bancos dirigidos por directivos que ganan cientos de miles de euros y, al mismo tiempo les obligue a esos trabajadores a que paguen más IVA por el material escolar de sus hijos o los despida como empleados públicos si son interinos. En cuanto a los que te han defendido y te han presentado como víctima de unos ladrones de supermercado que no respetan la ley, quiero que sepas que solo lo han hecho para utilizarte contra los de tu propia clase social, nunca esos políticos y periodistas de Intereconomía o de la COPE se hubieran preocupado por ti si te hubieras quedado sin trabajo, nunca se han interesado porque una cajera cobre un sueldo digno. Es más, a esos que les molestó tanto el empujón que sufriste, nunca dijeron nada cuando a los trabajadores que pedían que no les despidieran con la nueva reforma laboral, que sus hijos tuvieran calefacción en el colegio o que las medicinas siguieran siendo gratuitas para nuestros pensionistas los policías les abrían la cabeza con una porra. Querida trabajadora, el otro día lloraste desconsolada después del empujón, sin duda te sentiste sola. Te sentiste sola porque estuviste defendiendo las propiedades de un millonario que gana 474 millones al año, y mientras tanto ese millonario bien podría estar disfrutando de sus vacaciones de agosto en un lujoso hotel o en un yate mientras tu defendías su dinero. En cambio, los sindicalistas que tomaban la comida de tu supermercado nunca están solos porque saben cuál es su clase social, saben de qué lado están, se ayudan, y por eso fueron a por comida a tu supermercado que, por cierto, no es tuyo. En tu mano está no volverte a sentir sola, no volver a llorar por nada parecido. Esas personas que te empujaron cuando te pusiste del lado del empresario son las mismas que volverán a por comida para ti si mañana eres tú la que no tienes para comer. Serán ellos los que te ayuden y no los periodistas de Intereconomía. Solo necesitas reconocer a los tuyos, son todas esas personas que luchan para que nadie pase hambre mientras otros se hacen millonarios. Si los vuelves a ver en el supermercado donde trabajas, recuerda que no son tus enemigos, que la comida del supermercado no es tuya, que quizás mañana tú no tengas trabajo y la necesites, que ellos las estarán cogiendo para ti y que el dueño de Mercadona gana 474 millones al año. Un artículo del periodista Pascual Serrano.

11 agosto 2012

La anorexia tiene "causas genéticas" (BBC)

Científicos británicos sostienen que la anorexia, considerada por muchos la enfermedad psiquiátrica más mortífera, está vinculada a factores genéticos. Los investigadores señalan que hay indicios de que una parte del cerebro es diferente en quienes sufren esta enfermedad.
El equipo, liderado por el profesor Bryan Lask, de la unidad de desórdenes alimenticios del hospital británico Great Ormond Street, investiga una parte minúscula del cerebro llamada la insula. Bryan Lask dijo a la BBC que imágenes de resonancia magnética muestran que esta parte del cerebro no está activa en personas con anorexia. "Sospechamos que hay una anormalidad en la insula, que no funciona bien, y eso tiene un efecto en todo el cuerpo", dijo Lask. La conclusión es que hay una pre-disposición genética a desarrollar la enfermedad. Círculo vicioso La anorexia es un trastorno alimentario que se traduce en un temor obsesivo de aumentar de peso que lleva a muchas personas a renunciar completamente a la alimentación. Rosemary Marston sufrió severamente esta enfermedad por más de 30 años. Su obsesión la llevó en su adolescencia a trazarse 'altos estándares' a la hora de lograr su objetivo: abstenerse de alimentos. "Yo era una muy buena anoréxica, me empeñaba en perder de peso, ése era mi objetivo. Así como mucha gente es exitosa en el deporte, yo estaba totalmente dedicada a mi enfermedad". Como sucede con la mayoría de los anorexicos, esta 'dedicación' es una de las razones que dificultaron su tratamiento. Otra razón es el complicado y largo proceso de recuperación, que Rosemary Marston describe como una "puerta giratoria". "Yo iba al hospital, recuperaba peso, salía sintiendome mucho mejor y terminaba nuevamente en el hospital". Hoy en día Rosemary Marston logró sobreponerse al trastorno, pero se estima que la mitad de los afectados no se recupera y hasta un quinto muere como resultado de ésta. Trastorno serio Muchos de los estudios sobre anorexia apuntan a factores psicológicos que alteran la forma como la persona evalúa y percibe su propia imagen corporal, los alimentos y la nutrición. Pero la investigación dirigida por el profesor Bryan Lask es una de las pioneras en mostrar que también hay una predisposición genética. Lask destacó que estos resultados deberían llevar a un cambio de actitud en relación al trastorno. "Por mucho tiempo se pensó que ésta era simplemente una enfermedad de muchachas de clase media. Pero no es así, no es una enfermedad por la que uno opta", expresó. Según él, se trata de "un trastorno mucho más serio de lo que se había pensado". El investigador considera que los resultados de su estudio plantean la necesidad de una intervención temprana Uno de los problemas, dice el profesor Lark, es que el tratamiento de la enfermedad se enfoca en restaurar el peso de los pacientes. "La idea prevaleciente es que una vez la persona recupera su peso, ya está curada. Eso es un disparate. No lo está", expresó. Resaltó la necesidad de una intervención más temprana con tratamientos más especializados.

08 agosto 2012

El Gobierno culmina su plan para iniciar el despido masivo de empleados públicos

Quien hace la ley hace la trampa. El Gobierno ya ha diseñado el método para iniciar el despido masivo de empleados públicos. Si la norma actual permitía los despidos tras tres trimestres de "insuficiencia presupuestaria", la nueva lo hará si se reducen las transferencias que se hacen a comunidades y ayuntamientos o las asignaciones presupuestarias en organismos, entidades o empresas públicas. El Gobierno podrá así facilitar unilateralmente los despidos que tanto ansía para cuadrar sus cuentas La reforma laboral aprobada por el Gobierno del Partido Popular ya había facilitado esos despidos bajo el paraguas de la “insuficiencia presupuestaria” durante tres trimestres consecutivos para aligerar la plantilla de funcionarios. Con el nuevo reglamento de los ERE, ha fijado que sea suficiente para despedir una reducción en un 10% respecto al año anterior en las transferencias que se hacen a comunidades y ayuntamientos o las asignaciones presupuestarias en organismos, entidades o empresas públicas. En la medida de que el propio Gobierno es el que decide las cantidades asignadas a través de los Presupuestos Generales del Estado, el deseado adelgazamiento de la plantilla de empleados en administraciones y empresas públicas será un hecho consumado, a más tardar, cuando entren en vigor los próximos presupuestos. La causa establecida por el Ejecutivo de que baste la reducción en un 10% en el presupuesto a las comunidades, ayuntamientos o empresas públicas para que puedan efectuarse despidos masivos podría afectar a los 700.000 empleados contratados por las Administraciones, según el Ministerio de Administraciones Públicas y a los asalariados de empresas con más del 50% del capital público, cifrados en más 140.000 personas. La decisión del Gobierno de mejorar las cifras de déficit cargando la reducción sobre los asalariados y trabajadores públicos, al tiempo que renuncia a establecer nuevos impuesto sobre las rentas de capital o sobre las grandes fortunas, augura unos próximos meses de intensa conflictividad social. A la subida del IRPF y del IVA, el gobierno ya ha buscado en el bolsillo de funcionarios y empleados públicos con medidas como la supresión de su paga extra, la eliminación de los días de libre disposición, la reducción de créditos y permisos sindicales, la modificación del régimen retributivo del personal al servicio de las Administraciones durante la situación de incapacidad temporal y la congelación de oferta de empleo público. A todas estas medidas hay que añadir la reducción de las prestaciones por desempleo y el previsible fin, a partir del próximo día 15, del plan PREPARA, que dejará sin el mínimo ingreso de 420 euros a miles de trabajadores sin empleo, y que se entienden como medidas preventivas ante el evidente aumento del paro que la nueva norma sobre Expedientes de Regulación de Empleo supondrá cuando el Gobierno limite los presupuestos de administraciones y empresas públicas. El Gobierno, que se muestra absolutamente incapaz de generar crecimiento de la economía y un horizonte de creación de puestos de trabajo, opta así por reducir el gasto público, aunque ello suponga más paro y más pobreza generalizada en nuestro país. La derecha sólo parece entender de reducción del gasto. Del que ella gestiona, porque con las medidas que ha venido aprobando desde su llegada a La Moncloa, no ha hecho más que aumentar el de las familias, vía impuestos directos e indirectos y tasas, y sin que ello suponga aumento del consumo, lo que, indefectiblemente, llevará a nuestro país a ahondar en la crisis económica y en la recesión durante tiempo indefinido. Probablemente, y sabiendo las consecuencias de sus decisiones, Rajoy ya piensa en el rescate, lo que pondrá, de facto, la gestión de España en manos de la Unión Europea, descargando así de responsabilidades al presidente, y justificando el modelo neocon que siempre ha sido el objetivo del PP.

PERICO ECHEVARRÍA.

07 agosto 2012

Mariano Rajoy, hace apenas siete meses…

Hay gente a la que ya es imposible pedirle ningún esfuerzo. Nosotros podíamos no haber subido las pensiones o incluso bajarlas o podíamos haber reducido las aportaciones a las personas que están desempleadas o podíamos haber subido el IVA. Lo que pasa es que, claro, la subida del IVA, aparte de que iba a suponer una subida de los precios, afectaba a todos por igual. Un café paga el mismo IVA lo tome una persona con una renta que otra persona con una renta infinitamente superior. (…) No está en nuestras previsiones subir el impuesto sobre el valor añadido. No habrá un banco malo en España, y estableceremos un procedimiento que no sea gravoso para el contribuyente. En el primer semestre de este año, haremos una norma para ayudar a las pymes, a los emprendedores -que dan trabajo al 80% de las personas que trabajan en nuestro país-, a que las cosas les sean mas fáciles. Ahí sí vamos a hacer algunas cosas desde el punto de vista fiscal para ayudarles a que creen empleo y generen bienestar y riqueza. La economía es lo más importante y yo he querido dar una señal dentro de España y fuera de España de que aquí hay un presidente del Gobierno que va a dar la cara y no se va a esconder. Mariano Rajoy, 10 de enero de 2012, en su primera entrevista como presidente del Gobierno con Alex Grijelmo para la agencia EFE.