Un infarto, y tanto. Parecía un dolor de espalda o digestivo, ahí, en la boca del estómago. Pero era un infarto. No con ese dolor que todo el mundo sabe (por las películas) que se extiende por el brazo. Este se extendía por el cuello y subía hasta la mandíbula, incluso hay quien piensa en un terrible dolor de muelas cuando lo siente. Pero era un infarto agudo de miocardio, con su trocito de corazón sin riego durante un rato y sus secuelas correspondientes.
Pasa con cierta frecuencia entre mujeres mayores. Ese es uno de los problemas, que son mujeres –todo el mundo sabe que el infarto es cosa de hombres– y mayores –todo el mundo sabe que están llenas de achaques, que un día les duele la espalda, otro día todas las articulaciones, y tienen azúcar y tristeza–. Ya se sabe.
Por eso la mortalidad por enfermedad cardiovascular, la primera causa de muerte entre las mujeres, es mayor que entre los hombres. Según la Fundación del Corazón de la Sociedad Española de Cardiología, las mujeres tienen un 50% de posibilidades de morir en su primer infarto; los hombres, el 30%. “Llegan mucho más tarde”, explica la cardióloga del hospital de Santiago de Compostela y autora del informe sobre el infradiagnóstico en mujeres, Milagros Pereira. “Los problemas coronarios aparecen más tarde en ellas, diez años después que en ellos, y además suele haber múltiples factores de riesgo. A veces eso enmascara el problema vascular y cuando llega al hospital está muy avanzado, más que en ellos”, desgrana la especialista. “Incluso son ellas las que no interpretan como alarmante el dolor y lo achacan a otras causas, porque no lo tenemos en mente”.
El problema es que el tiempo de reacción es clave para salvar su vida y tanta confusión lo dilata mucho más que en los hombres. “Se diagnostican más tarde”. Y por eso mueren más. Esta constatación fue causa de diversos congresos hace más de quince años. Incluso hay una organización de cardiólogas estadounidenses dedicadas a detectar esos fallos del sistema que lleva a que una norteamericana cada minuto –o una europea cada seis– muera de enfermedad cardiovascular: “Están infradiagnosticadas, infratratadas e infrarrepresentadas en las investigaciones”, concluye la doctora Pereira. Reconoce que desde esas denuncias de los años 90 ha llovido “y hemos avanzado, pero poco”.
En un estudio estadounidense del 2008 se mostraba que cuando un hombre y una mujer con los mismos síntomas acuden a una primera visita a su médico de asistencia primaria, si la mujer explica que está en un momento de mucho estrés en su vida, sus síntomas se achacan erróneamente a esa causa; no ocurre así en elhombre, cuyos síntomas de problemas cardiacos se suelen interpretar correctamente, aunque esté en un momento de mucho estrés en su vida. Ante los mismos síntomas, al 56% de los hombres le pronosticaron correctamente un problema cardiovascular, el 62% de los visitados fueron enviados al cardiólogo y el 47% recibió tratamiento adecuado. Entre las mujeres, sólo al 15% le pronosticaron correctamente un problema cardiovascular, a sólo al 30% derivaron al cardiólogo y sólo al 13% le prescribieron el tratamiento adecuado a su problema.
El punto de mira de esta alerta dada por los cardiólogos españoles está sobre la asistencia primaria y en las urgencias. A los primeros, para que incorporen en sus rutinas la posibilidad de que esa mujer mayor que tiene tantas cosas, también esté explicándoles un dolor provocado por su corazón. Que lo tengan en cuenta para detectarlas y “para aplicar la prevención”, indica la doctora Pereira. “En cáncer de mama y de cuello uterino, la prevención ha dado unos resultados magníficos, pero en enfermedad coronaria no hay nada para las mujeres, y hay que hacerles planes de ejercicio físico, de dieta ...”.
En urgencias reclaman que se incluyan procedimientos para detectar precozmente estos problemas sin esperar a que ese dolor poco concreto de esa mujer que les llega tenga apariencia de un clásico dolor cardiaco. Hablan de técnicas de imagen, provocación de isquemia y ecocardiografías de esfuerzo. “Está demostrado que este tipo de pruebas, al igual que en el caso de las coronariografías, se solicitan con menor frecuencia en el caso de mujeres aunque refieran las mismas molestias que los varones”.