07 septiembre 2010

"PEPITO", EL PRIMER DINOSAURIO DE UNA NUEVA ESPECIE HALLADO EN CUENCA


Se trata de un ejemplar de terópodo de hace unos 125 millones de años (Cretácico Inferior) llamado científicamente 'Concavenator corcovatus', que significa 'el cazador jorobado de Cuenca'En 2003 un equipo de paleontólogos españoles halló en el yacimiento de Las Hoyas, en la Serranía de Cuenca, los restos de un dinosaurio carnívoro, que, ya entonces, aspiraba a convertirse en una nueva especie y en el animal con el esqueleto articulado más completo encontrado en la Península.

Liderado por Francisco Ortega, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, este equipo publica ahora en la revista 'Nature' los datos científicos que corroboran el hallazgo de este dinosaurio de seis metros, que a partir de mañana se podrá ver en el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha (Cuenca).

En concreto, los científicos describen en este trabajo un ejemplar de un terópodo de hace unos 125 millones de años (Cretácico Inferior) llamado científicamente "Concavenator corcovatus", que significa "el cazador jorobado de Cuenca" y definido como uno de los grandes depredadores -el mayor- del ecosistema de Las Hoyas. "En este artículo le ponemos nombre y describimos una especie nueva", ha señalado Ortega, quien ha explicado que el nombre de "cazador jorobado" se debe a que se ha encontrado en este dinosaurio una especie de joroba similar a la de un cebú actual, aunque con relleno de huesos, provocada por la elevación de dos de las espinas de sus vértebras, y cuya función aún se desconoce.

El ejemplar estudiado, denominado coloquialmente "Pepito" por los paleontólogos, consiste en un esqueleto de seis metros articulado, es decir, con todos los huesos colocados en la posición en la que se encontraban en el animal en vida y "muy bien conservado", lo que también es, según los investigadores, novedoso.

En este sentido, Ortega ha detallado que su equipo tardó dos años en preparar, para su estudio, el ejemplar, pues hubo que eliminar toda la roca que lo envolvía hasta liberar sus huesos.

Entre las principales conclusiones, además de la de la especie de joroba en su espalda, este equipo del yacimiento de La Hoya ha constatado que este grupo de dinosaurios presenta unos pequeños bultos en los huesos del brazo. Ortega ha relatado que en muchas aves actuales, el borde posterior de uno de los huesos del antebrazo, la ulna, tiene una serie de pequeños bultos que sirven para la inserción de las plumas de mayor tamaño en las alas. Esta característica se había reconocido también en algunos dinosaurios de pequeño tamaño y muy cercanamente emparentados con las aves, como "Velociraptor".

Lo sorprendente, según este estudio, es que "Concavenator", cuatro veces más grande que "Velociraptor", y supuestamente demasiado primitivo para tener plumas, presenta también estos pequeños bultos. La presencia de los pequeños bultos en la ulna de "Concavenator" indica que este dinosaurio conquense ya tenía estructuras en la piel que comparten caracteres con las plumas de las aves y podrían suponer una etapa remota de éstas. "El reconocimiento de estas estructuras en "Concavenator" permite ampliar el número de grupos de dinosaurios en los que, además de escamas, deberíamos considerar la presencia de estructuras antecesoras a las plumas de las aves", ha remarcado Ortega.

En relación a las escamas, este investigador ha declarado que la buena conservación del animal permite identificar algunas impresiones de su piel, como las escamas de las patas o de la cola. Además, ha añadido, en este ejemplar han encontrado restos de su estómago y de lo último que se comió "Pepito", otro dinosaurio carnívoro, si bien esto no se detalla en el artículo de Nature.

Ortega ha manifestado asimismo que los datos de este estudio apuntan a que un grupo de dinosaurios -los carcharodontosaurios (también terópodos)-, que se creían endémicos de los continentes del sur (América del Sur y África), tiene su origen en otros carnívoros más pequeños -como "Concavenator"- encontrados también en Europa.

02 septiembre 2010

STEPHEN HAWKING DESCARTA A DIOS COMO CREADOR DEL UNIVERSO

El científico británico Stephen Hawking afirma en un nuevo libro que la física moderna excluye la posibilidad de que Dios crease el universo.

Del mismo modo que el darwinismo eliminó la necesidad de un creador en el campo de la biología, el conocido astrofísico afirma en su obra, de próxima publicación, que las nuevas teorías científicas hacen redundante el papel de un creador del universo.

El Big Bang, la gran explosión en el origen del mundo, fue consecuencia inevitable de las leyes de la física, argumenta Hawking en su libro, del que hoy adelanta algunos extractos el diario The Times.

Hawking renuncia así a sus opiniones anteriores expresadas en su obra Una Breve Historia del Tiempo, en la que sugería que no había incompatibilidad entre la existencia de un Dios creador y la comprensión científica del universo.

"Si llegamos a descubrir una teoría completa, sería el triunfo definitivo de la razón humana porque entonces conoceríamos la mente de Dios", escribió en aquel libro, publicado en 1988 y rápidamente convertido en un éxito de ventas.

En su nuevo libro, titulado en inglés The Grand Design y que sale a las librerías el 9 de septiembre, una semana antes de la visita del Papa a Gran Bretaña, Hawking sostiene que la moderna ciencia no deja lugar a la existencia de un Dios creador del Universo.

En esa obra, escrita al alimón con el físico estadounidense Leonard Mlodinow, Hawking rechaza, según el adelanto periodístico, la hipótesis de Isaac Newton según la cual el universo no puede haber surgido del caos gracias sólo a las leyes de la naturaleza, sino que tuvo que haber intervenido Dios en su creación.

Según Hawking, el primer golpe asestado a esa teoría fue la observación en 1992 de un planeta que giraba en órbita en torno a una estrella distinta del Sol.

"Eso hace que las coincidencias de las condiciones planetarias de nuestro sistema- la feliz combinación de distancia Tierra-Sol y masa solar- sean mucho menos singulares y no tan determinantes como prueba de que la Tierra fue cuidadosamente diseñada (por Dios) para solaz de los humanos", escribe Hawking.


Según Hawking, que fue hasta el año pasado profesor de matemáticas de la universidad de Cambridge, puesto que ocupó en su día el propio Newton, es probable que existan no sólo otros planetas, sino también otros universos -multiuniverso- con similitudes respecto a las leyes que imperan en el sistema solar.

En opinión del científico, si la intención de Dios era crear al hombre, esos otros universos serían perfectamente redundantes.

El conocido biólogo ateo Richard Dawkins se felicitó de la conclusión a la que parece haber llegado su colega Hawking: "Es exactamente lo que afirmamos nosotros. No conozco los detalles de la física, pero es lo que he sospechado siempre".

En su libro, Hawking no excluye la posibilidad de que haya vida también en otros universos y señala que la crítica está próxima a elaborar una teoría de todo, un marco único capaz de explicar las propiedades de la naturaleza.

Eso es algo, recuerda The Times, que han estado buscando los físicos desde la épica de Einstein, aunque hasta el momento ha sido imposible reconciliar la teoría cuántica, que da cuenta del mundo subatómico, con la de la gravedad, que explica la interacción de los objetos a escala cósmica.

Hawking aventura que la llamada teoría-M, proposición que unifica las distintas teorías de las supercuerdas, conseguirá ese objetivo.

"La teoría-M es la teoría unificada con la que soñaba Einstein. El hecho de que nosotros, los seres humanos, que somos tan sólo conjuntos de partículas fundamentales de la naturaleza, estemos ya tan cerca de comprender las leyes que nos gobiernan y rigen el universo es todo un triunfo", escribe el astrofísico.

Hawking da a entender que en lugar de ser una ecuación única, la teoría-M puede consistir en "toda una familia" de teorías inscritas en un marco teórico consistente, del mismo modo en que distintos mapas - políticos, geográficos, topológicos- pueden referirse a una sola región sin contradecirse entre sí.