BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
14/02/2009
El caso del partido que sin ser acusado se sintió culpable
No se pueden imaginar ustedes el sosiego y tranquilidad que ha supuesto para el partido la decisión de Mariano de luchar unidos, como un solo hombre, contra la campaña de desprestigio iniciada por el PSOE y el juez Garzón contra nosotros. Era exactamente lo que necesitábamos, identificar un enemigo común que nos volviera a hacer sentir una tribu.
La imagen más clara de esa unión la dieron esta semana Soraya y Trillo, personándose unidos por la mano en la Audiencia Nacional como acusación particular en la investigación sobre el caso Correa. Ya saben, ese personaje con el que ninguno de nosotros tiene nada que ver, y mucho menos la familia Aznar. De hecho, me consta que el propio Jose Mari ha puesto en marcha una comisión de investigación familiar, para averiguar si el mencionado Correa fue invitado a ser testigo en la boda de El Escorial, o si más bien se trata, como todo hace sospechar, de uno de esos personajes que los domingos se colocan una librea y van en busca de una boda de postín en la que poder yantar a lo grande.
La cuestión es que hemos presentando una recusación contra Garzón con el objetivo de que deje de ser el juez instructor del caso en el no estamos acusados de nada. Es decir, a ver si me entienden, nosotros, que nada tenemos que ver con este asunto, nos presentamos como acusación particular, pero no acusamos a nadie, porque nada tiene que ver con nosotros. ¿Entienden?
Foto de Emilio Naranjo (EFE)
Mejor repaso la historia para que ustedes no se pierdan. El juez Garzón, al parecer después de haber matado un jabalí junto a Bermejo, en una cacería organizada por un líder del PP en Jaén, decide detener a Correa por una serie de delitos que no voy a enumerar porque me quedo sin columna. A este tal Correa la prensa lo identifica con el PP por lo de la boda de la hija de nuestro líder, por ser presuntamente íntimo amigo de Agag y de Álvarez Cascos y, según parece, porque en su momento hizo algunos negocios de poca monta con nosotros, unas tonterías de unas cuantas decenas de millones de euros. Un alcalde de nuestro partido y un consejero del gobierno de Esperanza, más algún otro pequeño cargo que al parecer también es militante del PP, son invitados amablemente a dimitir de sus cargos y ellos, en prueba de la fe ciega que tienen en su inocencia, aceptan irse.
Al mismo tiempo, según algunas interesadas filtraciones de ya saben ustedes quien, la trama parece extenderse hacia el Levante español, donde de nuevo la casualidad hace que tropiece con nosotros. Pero no hay ninguna acusación formal que haga suponer que las diligencias vayan a llevar al juez a investigarnos, ni mucho menos a presentar cargos contra el partido. Y ahí es, cuando en una maniobra tan magistral como inesperada, nos presentamos nosotros ante la Audiencia Nacional y nos metemos, sin que nadie nos haya llamado, en el caso. ¿Lo pillan ahora? ¿Sencillo, no? Pues de nada.