30 agosto 2009

HAGA LO QUE HAGA ZP, ESTARA MAL HECHO

Critican a ZP comparándolo con Robin Hood, pero es mejor ser arquero de Sherwood que señor feudal.

¡Qué deleite exhibe la derecha política y mediática a la hora de defender a las grandes fortunas!

La derecha se opone ahora, y con radicalidad, a la subida, incluso “moderada” y “temporal”, de impuestos -que afectará básicamente a las rentas más altas-, decisión anunciada el viernes por el presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, y que fue difundida unos días antes por el número dos del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, dato colateral pero significativo.
Cuando en el mes de junio se incrementaron los impuestos indirectos en base a aumentar el precio del tabaco y de los carburantes, los mismos que ahora protestan lo hicieron también por esas fechas subrayando que tal medida castigaba más a los débiles que a los ricos. Algo impropio de un Gobierno socialista y de un presidente que siempre proclama con terquedad su opción progresista, decían cínicamente.

Haga lo que haga
He aquí otra prueba más de la actitud habitual de los conservadores. Haga lo que haga el actual Gobierno de izquierdas está mal hecho. Mariano Rajoy –tras acusar a Zapatero de “ser una máquina de gastar dinero”- dijo “no” a los impuestos directos, destinados a que paguen más los que más tienen. Por si algún despistado, ingenuo o ignorante albergara al respecto la más mínima duda, habrá que decirle que, con estas declaraciones, Rajoy se ha autorretratado de forma muy elocuente. La iniciativa gubernamental sólo va a suponer “más paro y más recesión”, advierte el jefe del PP. A Rajoy le importa un comino –más o menos- que la presión fiscal española esté por debajo de la media de la UE.

Un rábano
También le importa un rábano que, estando en tiempos de crisis como nos encontramos, las subidas de los impuestos directos las acabe de aprobar, hace un par de semanas, el presidente de EE.UU, Barak Obama. Como ya hizo ante la Gran Depresión de 1929 –que duró más de diez años en desaparecer- el presidente Frank D. Roosevelt, otro presidente demócrata, con sensibilidad socialdemócrata, que consiguió vencer a la pavorosa crisis de los años treinta y que fue un gran triunfador en las urnas.

Deriva revisionista
Esta tesis sobre Roosevelt, aceptada mayoritariamente por historiadores y eruditos, resulta que ha sido no hace mucho rectificada por no se sabe bien qué césarvidal o piomoa en versión norteamericana. Los neocon continúan cabalgando y no decaen en su obsesión ultraliberal y su deriva revisionista. No se han enterado aún, ni quieren enterarse, que esta crisis –también la del 29- fue la consecuencia de los embustes y las trampas del liberalismo económico, impulsados por la Escuela de Chicago. Los chicagoboys, por cierto, protagonizaron una buena parte del 11-S.

Salvador Allende
Aludo, citando al 11-S, al brutal asalto al palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, gracias al golpe de Estado del general Pinochet que liquidó por las armas el proyecto progresista de Salvador Allende, un demócrata intachable y un socialista coherente en una nación pobre. Faltan pocos días para que recordemos una vez más el modo de actuar de presidentes republicanos como Richard Nixon. La Casa Blanca y el Pentágano movieron los hilos que llevaron a Chile a la tragedia. El capitalismo sin freno provocó lo que provocó en Chile.

El deleite de la derecha
El Mundo ayer ironizaba en su editorial de cabecera y señalaba –a propósito de la próxima subida de impuestos- que “el Gobierno” no “es Robin Hood”. Añadía que “el agujero de las cuentas públicas [no] puede taparse gravando sólo a las grandes fortunas”. ¡Qué deleite el que exhibe la derecha política y mediática a la hora de salir en defensa de las “grandes fortunas”! Ciertamente, con las cosas de comer no se juega y son muchos estómagos agradecidos los que laboran en favor de un sistema profundamente injusto, que se niegan a modificar. No se trata de montar una revolución, pero sí de perseverar en el reformismo socialdemócrata, con acentos diversos y matices o diferencias respetables.

El Bosque de Sherwood
El Gobierno Zapatero ni es ni puede ser Robin Hood, el mítico protector de los pobres y de los desvalidos en el Bosque de Sherwood. Pero siempre es mejor parecerse a Robin Hood que a los señores feudales de la época; aquellos que machacaban a los vasallos y los trataban como esclavos. Al fin y al cabo, todo eso pertenece a la prehistoria del capitalismo. En el siglo XIX, en Inglaterra, fue Dickens el que denunció los abusos monstruosos del liberalismo económico o antesala de la ley del mercado sin correctivos ni siquiera paliativos. A ver si tenemos algo de memoria y un poco de vergüenza.

Enric Sopena es director de El Plural

COMENTARIO:
Mari Cruz
Soy licenciada en Derecho a los 23 años en la Universidad de Murcia (pública). Gracias a las subidas de becas de Zapatero pude estudiar y terminar mi licenciatura. Con Aznar tenía 1500€ de beca anual y con Zapatero 4500€. No me dediqué a gastar ese dinero sino en alquileres de pisos, fotocopias y libros, porque para mis caprichos trabajaba como camarera. Ahora sigo siendo camarera (igual que cuando estudiaba) porque nadie me contrata acorde con mi licenciatura. No creo en absoluto que sea culpa de nuestro Presidente. Estudio oposiciones para poder labrarme un futuro. La diferencia es que con las grandes becas de Aznar no hubiera podido seguir estudiando. Con la subida de Zapataro sí lo he hecho. Soy hija de obreros humildes y parte de una familia de 6 hermanos. La derechona no quiere que progresemos y que podamos llegar a su altura. Yo he dado los primeros pasos para conseguirlo. Y sí, soy afiliada a Juventudes Socialistas desde los 16. Y quien no aprecie esto es ciego. No sé que izquierda imagináis vosotros, pero la que yo conozco es la que posibilita esto y muchos más avances sociales. Por poner un ejemplo, la que posibilita que me pueda casar con la persona a la que quiero, cosa que hace 5 años no podía hacer. Igual para tí es insignificante pero para mí y otras muchísimas personas es todo un mundo. Seamos un poco más empáticos y miremos más allá de nuestra cartera y nuestras narices.

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