Tras haber arrebatado el fuego a los dioses y haberlo entregado a los hombres, Prometeo es encadenado, por mandato de Zeus, en un peñasco abandonado, cercano al mar. Prometeo lamenta su suerte cuando aparecen las ninfas oceánides y el propio Océano para aconsejarle que acate el castido de Zeus. Más tarde aparece Ío, hija de Ínaco y Prometeo le desvela un secreto: nacerá un día Heracles (Hércules), familiar lejano de Ío y héroe destinado a salvar a Prometeo de su condena. Zeus quiere enterarse de este secreto y para ello enviará Hermes, sin embargo Prometeo jamás revelará el secreto al dios alado. Zeus entonces envía su furia y el peñasco donde estaba Prometeo se resquebraja, dejando caer a Prometeo en el vacío.
Estamos en mito alejado de los hombres, sólo se trata de dioses y divinidades, no hay pasión humana, lo que resulta, ciertamente, desconcertante. Ya que los personajes son de una naturaleza mucho más superior a la humana, el lenguaje de éstos es mucho más elevado y solemne.
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