Siguiendo con nuestra filosofía de lealtad al Gobierno en cuanto asunto internacional se vea implicado nuestro querido país, esta semana nos hubiera tocado apoyarle en el peliagudo asunto de Aminetu Haidar. No es un tema fácil, ya que debemos mantener un delicado equilibrio entre lo que se supone que debe hacer una oposición responsable y lo que nos pide el cuerpo. Así que Mariano, con la sabiduría y firmeza que lo caracteriza, ha decidido dividir funciones y mientras la mayoría de nosotros pone a caer de un burro al Gobierno dando argumentos en contra de nuestro país al Gobierno marroquí, nuestro líder tiende la mano a Zapatero poniéndose la medalla de la responsabilidad institucional.
El problema de esta política, reconozco que un tanto ambivalente, es que en realidad estamos todos mucho más por la primera postura, que por el papel que se ha impuesto Mariano. Y no es sólo porque lo que en verdad nos pone es cargar contra el Gobierno sea cual sea la postura de éste y sean cuales sean para el país las consecuencias de nuestra actuación, si no porque en este caso el malo es el enemigo acérrimo de nuestra bendita patria: el moro.
Si en vez de Marruecos tuviéramos un problema diplomático con Estados Unidos o con Alemania, nuestra postura de acoso al Gobierno sería la misma, contra eso es difícil luchar porque está escrito en los genes del partido, pero en vez de pedirle mano dura a Zapatero abogaríamos más bien por la claudicación sin condiciones. Qué quieren ustedes, lo que nos va a nosotros es darle caña al moro. ¿O es que creen ustedes que Aznar, por poner un ejemplo reciente de nuestra historia, iba a dejar que el rey de Marruecos le pusiera la mano por encima, como le permitía constantemente a nuestro venerado George?
Si Estados Unidos hubiera decidido invadir Perejil para montar un McDonald’s, no duden por un instante que en vez de enviar a la Legión, se hubiera mandado un grupo de expertos camareros para ayudarles en lo que fuera necesario a nuestros amigos blancos. Pero otra cosa es cuando se trata de utilizar la diplomacia con el moro, porque eso es tratarlos como iguales, y hasta ahí podíamos llegar con las rebajas. Cierto es que los utilizamos en la Guerra Civil para que nos ayudaran a devolver el orden tras el desastre de la República, pero de ahí a considerarlos como iguales hay un trecho que nuestro partido jamás recorrerá.
BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
12/12/2009
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