23 junio 2009

NUEVO ESTADIO DE LA MUNDIALIZACION

La actual crisis económica está colocando a la humanidad ante una terrible bifurcación: o sigue al G-20 que insiste en revitalizar a un moribundo —el modelo vigente del capitalismo globalizado— que ha provocado la actual crisis mundial y que, si continúa, podrá llevarnos a una tragedia ecológica y humanitaria, o intenta un nuevo paradigma que coloque a la Tierra, la vida y la Humanidad en el centro y la economía a su servicio, y entonces hará nacer un nuevo estadio de civilización que garantizará más equidad y humanidad en todas las relaciones, comenzando por las productivas.

La sensación que tenemos es la de estar siguiendo un vuelo ciego y todo puede suceder.

Desde un punto de vista reflexivo, se presentan dos interpretaciones básicas de la crisis: se trata de los estertores de un moribundo o de los dolores de parto de un nuevo ser.

Me alineo con la segunda alternativa, la del parto. Me niego a aceptar que después de algunos millones de años de evolución sobre este planeta, seamos expulsados de él en las próximas generaciones. Si miramos hacia atrás, al proceso antropogénico, constamos indudablemente que hemos caminado hacia formas más altas de complejidad y órdenes cada vez más interdependientes. El escenario no sería de muerte sino de crisis, que nos hará sufrir mucho, pero que nos purificará para un nuevo ensayo civilizatorio.

No se puede negar que la globalización, incluso en su actual edad de hierro, ha creado las condiciones materiales para todo tipo de relaciones entre los pueblos. De hecho ha surgido una conciencia planetaria. Es como si el cerebro comenzase a crecer fuera de la caja craneal por causa de las nuevas tecnologías y penetrase más profundamente en los misterios de la naturaleza.

El ser humano está hominizando toda la realidad planetaria. Si la Amazonia permanece en pie o es derribada, si las especies continúan o se extinguen, si los suelos y el aire se mantienen puros o contaminados, depende de decisiones humanas. Tierra y Humanidad están formando una única entidad global. El sistema nervioso central está constituido por los cerebros humanos cada vez más en sinapsis y llenos de un sentimiento de pertenencia y de responsabilidad colectiva. Buscamos centros multidimensionales de observación, de análisis, de pensamiento y de gobierno.

En otro tiempo, a partir de la geosfera surgió la litosfera (rocas), después la hidrosfera (agua), luego la atmósfera (aire), posteriormente la biosfera (vida) y por último la antroposfera (ser humano). Ahora la historia ha madurado hacia una etapa más avanzada del proceso evolutivo, la de la noosfera. Noosfera, como dice la propia palabra (nous en griego significa mente e inteligencia), expresa la convergencia de mentes y corazones, originando una unidad más alta y más compleja. Es el comienzo de una nueva historia, la historia de la Tierra unida con la Humanidad (expresión consciente e inteligente de la Tierra).

La historia avanza a través de tentativas, aciertos y errores. En los días actuales estamos asistiendo a la fase naciente de la noosfera, que no consigue todavía alcanzar la hegemonía debido a la fuerza de un tipo de globalización excluyente y poco cooperativa, ampliamente fragilizada ahora por causa de la crisis sistémica.

Pero estamos convencidos de que para esta nueva etapa —la de la noosfera— conspiran las fuerzas del universo que están siempre produciendo siempre nuevos acontecimientos. Nuestra galaxia, y quién sabe si el propio universo, está moviéndose en función de esta convergencia en la diversidad emergencias. En el planeta Tierra, minúsculo punto azul-blanco perdido en una galaxia irrisoria, en un sistema solar marginal (a 27 mil años luz del centro de la galaxia), se ha cristalizado para nosotros la noosfera. Todavía es frágil, pero trae con ella el nuevo sentido de la evolución. Y no se excluye la posibilidad de otros mundos paralelos.

La crisis actual hace necesaria una salida salvadora y ésta es la noosfera. Entonces prevalecerá la comunión de mentes y corazones de los seres humanos entre sí, con la Tierra, con todo el universo y con el Atractor de todas las cosas.

Leonardo Boff

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