17 junio 2009

ALMA MIA

¿Qué es, alma mía, el criterio del Amor? Cómo se abre por entre la hierba el empinado ascenso que toca el tallo de la rosa hacia sus pétalos exteriores y hacia la esencia de su centro en el corazón, el vacío detrás de todo rojo donde no hay sino la conciencia de lo Uno, en una espiral sin principio ni fin.

Cuerpo, mente, corazón y tu propio no-ser bajo el tamiz de lo visto solo en la experiencia pura de la Ascensión, visto por unos ojos puros que no se desviaron y no se excedieron y que vieron por todos, el alma secreta cuya paz en los confines fue declarada y a cuyo amor el Amor correspondió creando la creación misma.

Oh, alma mía destruida mil veces, en cada expiración. Oh, alma mía honrada con el sustento de la vida en cada bocanada sútil de aire, te ha sido dada visión de tu raíz de tu pétalo y el centro vacío donde no hay nombre que te nombre, sino por Quien nombra el Destino.

Dime alma mía, cuándo olvidas: ¿A quién olvidas? ¿Te has olvidado de ti misma y en la transparencia has visto como caen tus imágenes congeladas del Amor y has visto la lámpara cuyo aceite, que no es de oriente ni occidente, brilla tanta que pareciera tener luz propia?

Y dime -te lo pregunto con lágrimas- si eres de esa Luz, cuándo recuerdas ¿Qué es lo que recuerdas? Con esos lentes de Luz: ¿Miras la Luz, la llamas, hogueras? ¿Miras así al otro, miras los bosques, los trabajos, los ordenadores, los vehículos, lo que traes en el bolso, el despertar y el dormir, el llorar y el olvidar, la justicia, los días y los años en el Instante?

Lo verdadero de ti y lo falso de ti, alma mía ¿has pensando en ello? ¿Has pensando en la Gracia que mira lo que tu no puedes mirar, alma mía, corazón? Has pensando en toda la acumulación de bondades que resumes en una palabra, en tu agradecimiento parcial y congelado, en los besos no dados, en el pan no compartido, alma mía, bendito espejo, has pensando en los 7 niveles de tu ser y en que apenas y balbuceas.

¿Has pensando, alma mía en lo verdadero en ti? ¿En ese gesto no visto y que conecta tu corazón? ¿en la dignidad de tu paso cuando te olvidaste de ti, en tus lágrimas que abrieron el corazón de tus padres en tu niñez, en la palabra sin intensión que te hizo eslabón en el camino de tu hermano?

No hables mal de ti, alma mía -ni bien- pero sabe que lo que tu piensas que no tiene perdón puede ser que en la Corte del Amor haya sido perdonado desde el momento en que germinaste, alma mía. No hables mal de ti ni de tus espejos porque tal vez no sabes que el Perdón Supremo -el corazón de la lámpara- ha guardado 99 Misericordias para Sus amantes, y una la ha dado para el corazón de mamá, alma mía, de ese amor incondicional por cuyos ojos te dijeron "estas bien aquí, tal como eres"

Esos ojos que buscas siempre, alma mía, y toma el sentido del amor: 99 veces más, siempre, en lo más profundo de tu corazón, en lo más profundo de la humanidad entera, la Fuente del Amor siempre será 99 más de lo más intenso de tu mirada de bebé buscando a mamá, fundiéndote en sus ojos, y lo será de sus ojos.

Llora ahora que lo necesitas, alma mía, clama con tu llanto de Amor inmenso, déjate romper en el delirio de la esperanza nueva, de la conciencia clara y confiada, y la necesidad de tu corazón, la necesidad de discernimiento, de guía, de consuelo, déjate romper, alma mía con los ojos en un mar infinito de llanto amoroso por la leche del conocimiento, por la necesidad de volver, rompe el tarro del pudor y la vergüenza para decir Si, todo lo tengo y realmente todo lo necesito de Ti, oh Fuente de mi vida.

Y qué pasa, alma mía, si te miras así: ¿Cómo miras a tus hermanos? Con qué dignidad miras su quebranto, su rostro bendito que casi brilla por si mismo, con qué alegría miras un amanecer más, las manitas de tus hijos, el recuerdo de mamá y papá, a tus maestros, con qué dignidad, alma mía, y con qué silencio entrañable miras la acción de Dios.

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