Esta expresión, que no sé de donde procede en su origen, tiene un significado evidente: lo que importa es el objetivo al que se quiere llegar, el Norte que guía nuestras acciones. Yo la recuerdo de joven y, muy probablemente, proceda del ámbito de la ideología política del entorno del “glorioso Movimiento Nacional español”.
Lo digo porque los símbolos estelares siempre han sido muy queridos a la parafernalia del fascismo hispano; no hay más que recordar los famosos “luceros” donde estaba su sitio “en la noche clara” con “impasible el ademán”.
Creo que, a pesar de todo, es una imagen valiosa. En efecto, vivimos en un país y en una situación en la que se multiplican reivindicaciones y movimientos de índole muy variada: la crisis, el paro, la vivienda, el terrorismo, la democracia, la justicia, la violencia de género... Todas son cuestiones que evidentemente preocupan, y en profundidad, a nuestra sociedad. Pero en todos ellos echo en falta “la Polar”, “el Norte”.
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