BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
24/01/2009
Esperanza, la espía que me quemó
La encontré apoyada en la pared al fondo del oscuro callejón donde me había citado. La gabardina le cubría las hermosas piernas hasta los tobillos, dejando al descubierto sus calcetines de lana. Lancé el cigarro, al más puro estilo Bogart, dentro de un contenedor de basuras y me acerqué a ella con él sobre de los informes cogido con firmeza. Me miró por debajo del sombrero de ala, que no conseguía esconder por completo su hermosa y rubia cabellera. “¿Los tienes?” “Los tengo”, respondí mientras le alcanzaba el sobre. Ella lo cogió sin mirar y lo guardó en uno de los bolsillos laterales de la gabardina, lo hizo con la naturalidad con la que se ejecuta un gesto ensayado cientos de veces.
“Es de vital importancia Borja, comenzó a decirme con un susurro de voz, que esta misión sea completamente secreta para nuestros enemigos”. “Por supuesto jefa, ni el PSOE ni el Gobierno sabrán nunca nada de esto”. “Bueno, esos tampoco, pero yo me refería a nuestros enemigos”. “!Oh! claro, que tonto soy, tranquila, sólo se enterarán si lo descubre la prensa”. “Pero eso no va a ocurrir, ¿verdad Borja?”. “No, no por supuesto, era un suponer”.
“¿Qué has averiguado?” “De momento nada que podamos utilizar en su contra, ni una visita a un puticlub, aparentemente no tienen amantes, beben con moderación… sólo hay un detalle”. “Cuenta, ¿qué detalle?”. Sólo visitan Génova cuando tú no estás”. “Entiendo Borja, entiendo”. “Hay otra cosa, según los chóferes algunos de ellos les hacen sintonizar una emisora diferente a la COPE”. “Vaya, vaya, así que no escuchan al bueno de Federico”. “Lo tienes todo ahí, en los papeles, horarios de salida y entrada, llamadas telefónicas, todo”.
“Sólo me preocupa una cosa jefa. ¿Qué hacemos si se descubre?”. “Borja, por favor, pues el procedimiento habitual. Primero negarlo todo. Si en algún momento no sabemos que responder rehuir los encuentros con la prensa, aunque sea yéndose antes del Consejo de Gobierno. Y cuando hayamos tomado aire contraatacar. Se empieza echando la culpa a quien lo descubra, luego al Gobierno, de esta manera ganamos un par de días hasta que Federico y Pedro J. tengan tiempo de preparar un nuevo guión y una vía de escape. Tu tranquilo, que pase lo que pase, pringará el de siempre”. “¿Te acordarás de mí cuando seas la jefa de la organización?”. “De momento ya me estoy acordando de tu madre Borja, ¿cuántas veces te he dicho que no tires cigarros encendidos en los containers?”. Conseguimos escabullirnos entre el humo, momentos antes de que llegara la primera dotación de bomberos.
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