Fauziya, una niña de doce años, ha muerto de una hemorragia al dar a luz a su hijo, en el poblado de Al Zahara, en Yemen, paupérrimo país de la península Arábiga. Cuando sólo tenía once años, su padre la casó con un hombre de veinticuatro que trabajaba como campesino en Arabia Saudí. La niña estuvo tres días de parto antes de morir desangrada.
Ann Veneman, directora de Unicef, ha publicado un dramático comunicado en el que dice que "el matrimonio infantil arrebata a las niñas su infancia, les priva de la educación, les roba su inocencia". "Cuanto más joven es la niña al quedar embarazada, mayor es el riesgo para su salud y la de su hijo", ya que madre y criatura tienen cinco veces más posibilidades de morir en el parto cuando la mujer tiene menos de 15 años que cuando tiene veinte.
Fauziya Abdalah Yusef es uno de tantos casos de niñas precozmente casadas y madres en la sociedad yemení, pobre y tribal. El propio Ministerio de Asuntos Exteriores de Yemen afirma que un 25% de las mujeres contrae matrimonio antes de los quince. En febrero, el Parlamento aprobó una ley que fija los 17 años como edad mínima del matrimonio, pero fue impugnada por ulemas que la consideran antiislámica y no ha sido ratificada por el presidente.
Como no se ha codificado todavía la charia (ley coránica), persisten las discrepancias de criterios entre los propios ulemas o juristas en cuestiones como el matrimonio de menores de edad. El enlace musulmán se compone de dos fases, la ceremonia de la firma del contrato y la consumación sexual, que puede aplazarse mucho tiempo, lo que fomenta toda suerte de interpretaciones y prácticas. Entre los fragmentos del Corán que ensalzan el matrimonio –los que se casan y forman familia ya tienen medio paraíso ganado, dice el libro sagrado–, no hay ninguna mención, ni a favor ni en contra, a la edad mínima de los esposos, ni a la diferencia de edad entre ellos. "Sin embargo –dice Isabel Romero, portavoz de la Junta Islámica en España–, en los hadices (dichos del profeta) sí se dice que todo enlace debe contar con el consentimiento de los contrayentes, en este caso de la menor. Un matrimonio forzado es antiislámico".
El matrimonio precoz en Yemen es fruto de las arcaicas costumbres tribales y de la extrema pobreza, por la que los padres venden a menudo sus hijas. Desde hace años, activistas partidarios de reformas, hombres de religión y diarios denuncian estos hábitos, que se extienden a países como Arabia Saudí o Afganistán. Pero no se ha logrado acabar con esta práctica tan arraigada, ni que los gobernantes resuelvan los conflictos de los ulemas. El calvario de las pequeñas esposas yemeníes es un escándalo. Pero ¿cómo evitar los matrimonios infantiles, defender los derechos de las mujeres y en particular de las niñas, sin remediar sus causas?
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