BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
25/04/2009
Camps se queda en pelotas
Hace mucho tiempo que se comentaba en las entrañas del partido, que
Francisco Camps necesitaba cambiar de sastre. Esa afición al traje oscuro y excesivamente estilizado le otorgaba un tamaño engañoso. Pese a que Rajoy es bastante centímetros más alto, los trajes de Camps y su porte más altanero lo hacían más grande ante los ojos de la mayoría, y eso no ayudaba a mantener la ya de por sí delicada autoconfianza del líder.
Otro ilustre miembro del partido al que tanta elegancia le parecía una afrenta, es a mi bien amado Eduardo Zaplana. No voy a desvelar nada, si afirmo desde estas líneas que Eduardo y Francisco no se llevan del todo bien, de todos es sabido que, de llevarse, más bien se llevan del todo mal. Eduardo ha sido siempre nuestro más elegante representante político, nadie como él ha habido hacerse mejor un traje a medida.
Mientras fue ministro no le importó la competencia con Camps, pero ahora que los trajes se los debe pagar él de su bolsillo, hay que reconocerle el derecho a estar molesto porque el Presidente Valenciano juegue con ventaja.
La cuestión es que hasta ahora nadie se había atrevido a decirle a Camps que aunque aplaudíamos su elegancia, en realidad, como en el conocido cuento de Andersen, todos veíamos que estaba quedándose en pelotas. Su perdición ha sido la misma que la del Emperador del cuento, la fe ciega en su sastre. Claro que no era para menos, cómo no confiar en un hombre que durante años lo había abastecido de las más bellas prendas, sin haberle pedido jamás nada a cambio.
Pero ya ven ustedes como es la condición humana, y especialmente la del vulgo, quien parecía el sastrecillo valiente ha acabado convirtiéndose en un soplón. Mariano sigue defendiendo a Francisco en público, pero no se atreve a poner la mano en el fuego por él. No se le puede culpar por ello, para un gallego las Fallas son una fiesta de difícil comprensión.
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