BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
28/02/2009
Tía Julia está de misiones en Móstoles
Dicen nuestros obispos, y nadie lo sabe mejor que ellos, que nuestro país se está convirtiendo en un país de descreídos, en una especie de lupanar donde la moral cristiana, la única verdadera, cada vez ocupa menos lugar en nuestros corazones. El número de niños que nacen y no son bautizados crece al mismo ritmo que el de bautizados que dejan de asistir con regularidad a las iglesias.
Frente a este lúgubre panorama, que nos encamina de forma irremediable a la perdición, nuestros obispos proponen convertir España en un país de misiones, al mismo nivel que los negritos de Uganda, los amarillitos de Camboya o los indios de la Amazonia. ¡Fíjense ustedes a donde nos ha llevado el impío gobierno de Zapatero!
De nuevo recaerá en nosotros, las familias de bien, tirar de esta pesada carga como ha sucedido durante siglos, pero ahora sin el componente del glamour viajero que siempre han tenido las misiones. Tendremos que cambiar el “tía Julia está de misiones en Guinea”, por “tía Julia está de misiones en Móstoles”, y estarán ustedes conmigo en que no luce igual.
Aunque la noticia no me ha cogido por sorpresa, sí que me llama la atención su gravedad. Es cierto que todos veíamos que la fe se estaba perdiendo, pero también es cierto que todos confiábamos en que los modernos métodos utilizados para evangelizar darían mejores resultados. Pese a que la COPE tiene millones y millones de oyentes, como cada mañana nos recuerda Federico, y a que realiza una indiscutible labor dando a conocer la palabra de Dios y propugnando la bondad y la solidaridad entre todos los españoles, el poder del Maligno es tal, que consigue que cada vez más gente renuncie de su fe. A veces me da por pensar si no tendremos al demonio escondido entre nuestras filas, saboteando nuestra misión de amor.
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