Vientos de mudanza, brisas de esperanza.
El comienzo de una nueva era, conforme a lo que muchos creen.
Respecto a Barack Obama se han escrito muchas cosas, relativas a su raza, a su origen.
Pero no se mencionó lo más significativo da su inspiración íntima: Su joven madre.
Frente al mar de posibilidades de la vida, cabe a los padres conducir los pasos de los hijos por el mejor camino.
Obama tuvo en su madre un vivo ejemplo de generosidad y de servicio al prójimo.
De ella Obama heredó cierta forma de ver.
“Ten coraje de ir a recorrer mundo, y de buscar la vida...”
Ann Dunham nació en el estado de Kansas, en noviembre de 1942.
La mejor herencia que le dejó a Obama fue, ciertamente, su modo peculiar de relacionarse con la gente y con el mundo que lo rodea.
También su mirada solidaria y compasiva.
Hija única del matrimonio Dunham, Ann creció en una familia de clase media norteamericana, en el estado de Hawái. Su padre, Stanley, trabaja en una casa de venta de muebles, y su madre, Madelyn, es ama de casa. Desde temprano, Ann se destaca en los estudios, y todavía adolescente, antes de concluir la enseñanza media, gana una beca para la Universidad de Chicago.
Pero su padre le pide que renuncie a ella y que se quede junto a su familia. “Los pichones tiene que volar cerca del nido”, piensa su padre, sin poder imaginar las consecuencias que tal decisión acarreará...
Existen hogares, y existen familias... Y Ann, como hija obediente, permanece al lado de sus padres y, después de terminar la secundaria, ingresa en la Universidad de Hawái.
La joven universitaria, reservada y pensativa, valora las amistades, y desarrolla un gusto especial por la cultura.
Cursa Antropología, y demuestra un interés especial por los emergentes movimientos de derechos civiles.
¿Qué es lo que el futuro le deparará?.
El futuro, el destino, el acaso, lo inevitable son diferentes maneras de decir lo mismo...
La verdad es que la vida está hecha de elecciones. Las elecciones de la mente, las elecciones del corazón...
Además al comienzo de la carrera, Ann se enamora de un estudiante africano que llegó a Estados Unidos haciendo un intercambio.
Ella, una joven de diecinueve años, inteligente, recatada y tímida.
El, un joven inteligente y carismático, constante centro de atención, con mil historias para contar de su tierra natal, la lejana Kenia.
Quien mostrará los secretos de su corazón , los misterios de la pasión?...
Y ellos deciden casarse.
Antes de que crezca la panza, los hijos ya brillan en los ojos de sus madres, escribió cierta vez un poeta.
El 04 de agosto de 1961,la maternidad le sonrió a Ann y le regaló al pequeño Barack Obama.
La enorme felicidad de una joven madre que lleva en brazos a su primogénito.
La enorme felicidad de una joven madre que tiene en su regazo a su primogénito.
Verdaderamente, vive horas felices...
¿Qué destino les aguardará?.
Destino, futuro, acaso, inevitable, diferentes maneras de decir lo mismo... Una típica familia, al inicio.
Pero un día, el Sr. Obama comunica que se va a pasar a la Universidad de Harvard.
Ann no está de acuerdo con la decisión, porque el cambio implica el corte de la beca de estudios.
Cómo podría él mantener a su familia? El pequeño Barack Obama todavía no tiene dos años cuando su padre deja la familia y se muda de Hawái.
Pero el Sr.Obama se muestra decidido, y alega la superioridad del nivel de enseñanza.
Poco tiempo después llega la noticia de que él, después de terminar la carrera, resolvió regresar a África.
El Sr. Obama vuelve a su tierra natal, abandonando esposa e hijo.
Dicen que los primeros recuerdos conscientes que guardamos se remontan a los tres años de edad.
Barack Obama pasa su primera infancia, sin recuerdos de la presencia de su padre.
Tiene más presencia en mi lo que me falta, escribió cierta vez un poeta.
Qué pueden hacer la madre y los abuelos de Barry (cariñoso sobrenombre utilizado por la familia), si no es amarlo doblemente?...
A medida que va creciendo, surgen las inevitables preguntas:
¿Dónde está mi papá?. ¿Por qué se fue?. ¿Cuándo volverá?
Y su familia, compuesta ahora por su madre y sus abuelos, sin tener las respuestas, procura suplir, en la medida de lo posible, la ausencia paterna con amor y cariño.
Abuelo y nieto.
Playas de Hawái. El amor sincero que hace aflorar sonrisas en los rostros. En verdad, viven momentos felices.
Una infancia amorosa y ordenada es el piso por el que caminaremos hasta la vejez...
Y nuestra aventura existencial tendrá más o menos ocasiones en la medida en que ese piso sea confiable, escribió cierta vez una poetisa.
Una infancia amorosa y ordenada es el piso por donde caminaremos hasta la vejez.
Ann tiene veinte y pocos años, y mantiene la frescura del entusiasmo que le hace ver la vida como un mar de posibilidades positivas.
Sabe que el fracaso de un amor no es el fracaso del Amor,
Ni el fracaso de un casamiento, el fracaso del Matrimonio.
Y ella se enamora nuevamente.
Todos los días tiene su historia.
Cuando un nuevo amor florece, el sol aparece más bello en el cielo, y los colores del día tienen un brillo diferente.
Y en 1967, en el verdor de sus veinticinco años de edad, Ann decide casarse otra vez.
Dentro de poco, el destino le sonreirá nuevamente, y la maternidad pasará suavemente las manos sobre su cabeza por segunda vez...
El 15 de agosto de 1970 nace su hija, que recibe el nombre de Maya.
Escribió cierta vez un poeta que los ojos de las madres continúan brillando en la penumbra de la noche después de apagarse todas las luces.
Le sucede a todas las madres, desde el principio del mundo...
Y los ojos de Ann pasan a brillar con un brillo redoblado, ahora por el nacimiento de su hijita.
Y con su nueva familia, además de una hermana, Obama gana un padrastro,
Lolo Soetoro, de nacionalidad indonesia.
Durante los primeros años, la familia vive en Hawái, donde Lolo Soetoro completa sus estudios en Geología.
Barack Obama tiene seis años, cuando la familia resuelve mudarse a Yacarta, capital de Indonesia.
Pasan a residir en un barrio humilde en la periferia de la ciudad. Son los primeros extranjeros en la vecindad.
Al comienzo, Obama es el blanco de bromas, no sólo por su color, sino también por ser más “gordito” que las criaturas locales.
Desde temprano se encuentra ante la tarea de construir puentes, y en poco tiempo hace amistades en la vecindad, pasando las tardes jugando en la calle o trepando a los árboles para alcanzar una guayaba.
Por primera vez Ann tiene contacto con la dura realidad de las familias que viven al margen de la sociedad, y la miseria deja de ser para ella una vaga abstracción y volverse algo palpable.
Inicialmente, Ann brinda ayuda al que golpea su puerta pidiendo limosna y no tarda así ,en formarse una “caravana de la miseria” frente a su casa, obligándola a ser más selectiva con su misericordia.
Ella divide su tiempo entre las clases de inglés que dicta en la Embajada de EE UU, y el apoyo y proyectos de acciones comunitarias dirigidas a mejorar las condiciones socio-económicas de familias olvidadas por el destino.
Lolo Soetoro consigue empleo en la filial de una empresa petroquímica norteamericana y luego es ascendido al cargo de jefe.
La familia se muda a un barrio mejor. Pasan a frecuentar el círculo de la alta sociedad.
A medida que Ann se integra a la realidad del país, intrigada por la miseria, su marido se occidentaliza cada vez más, frecuenta campos de golf y sueña con mansiones, y el consumismo lo seduce.
Sin embargo la pareja raramente discute, pero cada vez tienen menos en común. El silencio comienza a crecer. En una relación hay dos tipos de silencio: primero es el silencio de la comunión. El que representa el encuentro de lo esencial, donde los dos se vuelven uno. Un silencio que exime y está más allá de las palabras.
Y existe un segundo silencio, que es el silencio de las palabras no dichas. El silencio donde cada parte habita una isla propia, aislada. Un silencio donde ni las aspiraciones íntimas, ni los suaves movimientos del alma son compartidos. Obama relataría años más tarde que su madre no estaba preparada para la soledad, y que la soledad constante para ella era como falta de aire.
Mal anda el amor, si no se dice todo. Y luego de seis años de casamiento, Ann decide separarse.
Maya años mas tarde recordaría, “Que su madre, a pesar de los dos matrimonios deshechos , en ningún momento se quejaba de su vida”.
Ella siempre procuró aliviar a sus hijos de sus desilusiones amorosas o posibles resentimientos afectivos.
Sabía que el Amor es más que dos amores fracasados...
Nunca frente a sus hijos se quejó del amor o del casamiento.
Lejos de lamentarse de las relaciones deshechas, agradecía constantemente por los hermosos hijos que la vida le dio.
Pequeños detalles que muchas veces pasan desapercibidos, pero que hacen una enorme diferencia...
Nuestro mal es creer que sólo las grandes cosas son importantes, cuando son los detalles sutiles de la existencia lo que realmente importa.
Hay quien dice que vivir es bailar en la cuerda oscilante de lo inesperado.
Es lo que tiene que hacer una joven madre y sus dos pequeños retoños en una tierra extranjera?
Tal vez lo mejor sea retornar al primer nido. Y Ann compra tres pasajes de regreso a Estados Unidos.
El matrimonio Dunham recibe de vuelta a su hija y los dos nietos, con los brazos abiertos
Los padres amorosos son y serán siempre el puerto más seguro
Sr. Stanley Dunham, Ann, Maya y el joven Obama.
Manos que se tocan, la sonrisa fácil y acogedora, propia de los que saben valorizar la vida y lo esencial...
Tienen momentos de felicidad profunda, sin motivo, sólo por la gratitud de respirar.
La pureza de las niños pequeños, los seres que amamos, el sol, el césped, la brisa, el mar...
Padre e hija. Madre e hijos. Abuelo y nietos. Hermanos...
Todas las familias son iguales, lo que cambia son las historias...
Cierta vez, escribió alguien que la verdadera felicidad radica en el seno de la familia,... cuando hay afinidad de sensibilidad y espíritu.
Verdaderamente, tienen momentos felices.
Y la vida continúa.
Barack Obama, ahora con diez años de edad, es matriculado en una escuela de Hawái.
Todavía tan chico, y con tantos cambios, tantas andanzas...
Es el único estudiante negro en una promoción de treinta alumnos.En cuanto a su madre, con Maya 'aúpa’, continúa abocada a los proyectos sociales, por el mundo.
Obama va a vivir con sus abuelos y estudia en EE. UU.
Por lo menos dos veces al año, en las vacaciones de verano y en las fiestas de fin de año, toda la familia se reúne.
El tiempo pasa y transforma los niños en adolescentes, jóvenes, adultos....
Una familia multirracial, multiétnica, multinacional.
Obama, siendo nueve años mayor, procura ayudar en la educación de su hermana. La reprende, cuando ella pasa demasiado tiempo frente al televisor.
Le indica buenos libros, discos, como hace todo buen hermano.
Ann, mientras tanto pasa buena parte del tiempo ocupada con proyectos sociales, acompañando de cerca la rutina de los hijos, y cubriéndolos con todo su amor y cariño.
En un mundo donde lo diferente es visto con frialdad y desconfianza, ella busca dotar a los hijos de una mirada que acoge y que es capaz de apreciar la belleza de la variedad.
“En nuestra casa, la Biblia, el Corán, el Bhagavad Gita, estaban lado a lado en la repisa...”
Barack Obama
“Todas las religiones eran verdaderas, para su tiempo..
Quien fuera capaz de reconocer el aspecto no perecedero de su verdad y separarlo de lo que es circunstancial, habrá aprendido eso.” Joseph Campbell (uno de los escritores favoritos de Ann).
Con su madre y hermana constantemente viajando, el puerto seguro de Obama son sus abuelos, Sr. Stanley y Sra. Madelyn.
Para entender un poco el espíritu del matrimonio Dunham, es preciso recordar la serenidad con que recibieron el hecho de que su única hija, Ann, resolviera casarse con un estudiante africano.
Recordemos que a principio de 1960 el casamiento inter-racial era considerado un crimen en la mitad de los estados norteamericanos, y aún en los demás estados, donde era tolerado por la ley, como en Hawái, el casamiento entre blancos y negros no era bien visto por la sociedad.
Mientras tanto, ellos, confiados en la educación que le habían a su hija, la apoyaban en sus elecciones por los caminos de la vida.
Y con pleno amor criaron y acogieron a su amado nieto en el modesto apartamento de dos cuartos donde vivían.
Es en los detalles sutiles de la existencia donde se manifiesta el verdadero carácter.
El tiempo pasa, y todos un día debemos de partir...
En febrero de 1992, el Sr. Stanley Dunham muere a los 74 años de edad.
Un padre y un esposo amoroso.
(en la foto, con Ann y Madelyn)
Un abuelo y “padre” que amó con plenitud a sus queridos nietos.
La vida no se mide por la cantidad de años que se vive...,
La vida se mide por la cantidad de alegría que se distribuye, escribió cierta vez un poeta.
Y la vida continúa, entre la tristeza de las partidas y la alegría de las llegadas.
Personas amadas que parten. Personas amadas que llegan.
Es en el estudio de abogacía de Chicago donde trabaja que Barack Obama conoce a la joven abogada Michelle Robinson.
Y no tardarán mucho en decidir casarse.
El casamiento es un puente que conduce al cielo, afirmó un antiguo sabio.
Marian Robinson con su hija, Michelle
Ann Dunham con su hijo, Barack Obama.
Dos familias que se unen, historias, memorias, sueños, recuerdos que se entrelazan...
Viven momentos verdaderamente felices.
Pero, la vida es una danza en la cuerda oscilante de lo inesperado.
Personas amadas que llegan. Personas amadas que parten.
En 1995, Ann interrumpe sus actividades en proyectos socio-económicos en Asia para cuidar de su salud en Estados Unidos.
Hace cerca de un año que ella comenzó a sentir dolores de estómago, cuya causa los médicos locales no logran descubrir. Los nuevos exámenes diagnostican cáncer. Y ella comienza el penoso tratamiento en Hawái. Por otro lado, el diagnóstico tardío reduce las posibilidades de vencer a la enfermedad, y ella pierde la lucha, a los 52 años de edad.
Su prematura partida deja atónita a su familia, teniendo en cuenta el amor y la pasión que ella sentía por la vida..
Comentaba que quería adoptar una criatura refugiada, sueño que no tuvo tiempo de realizar.
Barack Obama afirma que su mayor error en la vida fue no haber estado al lado de su madre en su momento final.
Tanto la familia como los médicos tenían enormes esperanzas de que ella consiguiese vencer la batalla.
Su hija recuerda que ella tenía un corazón muy sensible y que lloraba con facilidad,
Le bastaba ver algún animal maltratado, o algún niño víctima de una injusticia o crueldad, una noticia o un film triste.
Por otro lado, no era temerosa y era decidida en sus acciones.
Vivió en más de trece países, y en todos se sentía como en casa.
Se consideraba una ciudadana del mundo.
Durante toda a su vida se despertó antes del amanecer y se dedicó incansablemente a las tareas sociales, especialmente aquellas que beneficiasen a los excluidos y marginados de la sociedad.
Atendiendo a sus deseos, la familia y algunos pocos amigos íntimos arrojan sus cenizas en el Océano Pacífico, en una de las playas de Hawái.
Ann Dunham (29/11/1942 - 07/11/1995)
Vivió lo suficiente para ver el casamiento de su hijo.
Pero el destino se la llevó antes de que su hija se casase, o de que naciesen sus nietos; ella que tanto amaba a los niños... En su breve vida terrena abrazó el papel de madre, de gran madre. Aquella que abriga y protege a los hijos. No sólo aquellos gestados en su vientre, sino los hijos del mundo, en especial, a los carenciados, olvidados, excluidos, necesitados.
Y fue esta inspiración íntima, ciertamente, la herencia más noble que dejó a sus hijos.
Que la mirada compasiva de su madre continúe brillando en los ojos del hijo, durante los importantes próximos desafíos que tendrá que enfrentar...
Las responsabilidades y las expectativas que Barack Obama despierta, no encuentran paralelo en la historia reciente.
Ciertamente lo acompañaran, en esta misión que le está destinada, las oraciones y los pensamientos de todos aquellos que sueñan con un mundo mejor.
Y con seguridad lo acompañará también la eterna presencia de su amada madre, la fuente más significativa de su inspiración íntima.
Y el corazón de su joven madre se alegra con las flores y los frutos de amor que sus dedicados esfuerzos han producido... Barack Obama y su hermana Maya, con sus respectivas familias.
El matrimonio Obama con las hijas, Malia Ann (de 10 años) y Natasha (7 años).
Maya Soetoro es profesora de Historia, casada con Konrad Ng, canadiense de ascendencia china, Y madre de la pequeña Suhaila, de cuatro años de edad.
Los amigos y familiares próximos recuerdan la afinidad que unía madre e hijo, relatando que eran muy unidos, “extraordinariamente unidos”.
Para compartir lo que sentían, en muchas ocasiones, parecía que no necesitaban hablar
Hay sentimientos que trascienden este limitado recurso que utilizamos, - las palabras Los sueños de la madre, y los sueños del hijo. El sueño de un mundo mejor, más justo, fraterno, solidario
Son los sueños que sostienen al mundo en su órbita.
Que sería de nosotros si no soñásemos?...
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