10 diciembre 2008

EL CAPITALISMO VUELVE A SUS ORIGENES

Las firmas de inversión también participan del furor por la tierra. Ante la volatilidad de los mercados, buscan fondos seguros a través de la adquisición de fincas. Muchas están interesadas en comercializar cereales, pero también en la producción de biodiésel, muy controvertido.
Fincas como inversión. Si bien es sustituto "ecológico" del petróleo, el cultivo intensivo por grandes empresas, en países pobres y abriendo terrenos ganados a espacios naturales, (o adquiriendo tierras antes cultivadas por pequeños agricultores que pasan a ser jornaleros), tiene el efecto contrario al deseado, de acuerdo con muchas ONG que trabajan sobre el terreno.

Tan sólo en Tanzania, donde el Gobierno facilita tierras, más de media docena de firmas del Reino Unido, Suecia, Holanda, Japón, Canadá y Alemania (esta última con un proyecto para biodiésel de 200.000 hectáreas) han iniciado o iniciarán sus operaciones. Pero no son sólo los biocarburantes los acicates a la presión comercial sobre la tierra. Según Michael Taylor, portavoz de International Land Coalition, los controvertidos créditos de carbono, surgidos a raíz del Protocolo de Kioto, con los que las empresas contaminantes pueden "comprar" su excedente de emisiones a industrias más limpias o sufragar proyectos ecológicos en países pobres, también contribuyen. Desde su instauración, el mercado financiero basado en estos créditos no ha dejado de crecer y mueve más de 2.000 millones de euros anuales.

"Se ha puesto valor comercial a los espacios naturales", explica Taylor, quien considera que el riesgo para los que usan la tierra sin disponer de títulos legales para ello va a incrementarse: pequeños agricultores, pastores nómadas, tribus indígenas.

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