BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
28/06/2008
Buenos tiempos para la lírica
Ya ha pasado una semana desde la celebración del congreso de nuestro partido y el resultado no puede ser más ilusionante. Las desavenencias de las últimas semanas se han superado por completo, como no podía ser de otra forma en un partido con la tradición democrática del nuestro. MariAno, como le gusta escribir en broma a Federico, no sólo ha salido reforzado, si no que ha recibido la bendición y parte de los poderes que nuestro superhéroe, José Mari, le transmitió con su discurso. De momento, aún no tiene todos los dones de José Mari, como el de la eterna juventud, pero si ha adquirido dotes adivinatorias, que ya utilizó para avanzarnos el resultado exacto de la selección española de fútbol en semifinales.
Por su lado, Esperanza ha acatado y hecho suyo el resultado del Congreso, sin ningún tipo de rencor. Tanto es su empeño en que todo le vaya lo mejor posible al partido, que una de sus primeras medidas ha sido promover la salida de su gobierno de todos aquellos los que le dieron muestras de apoyo a Mariano, para que de esta manera puedan trabajar al cien por cien en el nuevo proyecto. Y, como ella misma ha reconocido, de paso la Comunidad de Madrid se ahorra un buen dinero en sueldos. No sé exactamente lo que ganaban, pero si con dos o tres despidos se ayuda a la solución de la crisis económica, se pueden hacer ustedes una ligera idea.
Hasta Federico está más comedido esta última semana. En los últimos cinco días no le han interpuesto ninguna nueva demanda y su media de insultos a MariAno ha bajado a no más de doce o trece por hora de programa. Sin ir más lejos, el viernes 27 entrevistó en la emisora de los obispos a la nueva secretaria general, María Dolores de Cospedal, sin hacer mención a su condición de madre soltera que, como todos los creyentes saben, sólo tiene una acepción admitida por la Santa Madre Iglesia.
Estoy tremendamente esperanzado con estos nuevos tiempos que se avecinan y advierto desde aquí que a quien se atreva a atacar a la avecilla que nos ha de guiar al triunfo, le deseo el mismo final que el del conocido Romance del Prisionero”: “déle Dios mal Gallardón”
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