En la boda de la princesa Elena, que se celebró en Barcelona, a la hora de los postres, a Doña Ana Botella, viendo que la cubertería era de plata maciza,se le antojó una cucharilla de postre para tener un recuerdo de tan magnífico evento.
Ni corta ni perezosa, le pidió insistentemente a su marido Don Pepillo Aznar que le consiguiese una. Aunque al principio se opuso, tanto insistió la señora Botella que no le quedó otra opción que coger una, y guardársela en el bolsillo de arriba de la americana.
Pero hete aquí, que la Señora del President Jordi Pujol, observó la maniobra, comunicándole inmediatamente el hecho a su marido.
Le dijo: Jordi, la Botella le ha pedido una cucharilla al Pepe y este la ha complacido, guardandose una en el bolsillo superior de la americana. Yo no quiero ser menos, así que vete ingeniándotelas para conseguirme una igual para mí.
La Señora Marta Ferrusola no fue menos pesada que la señora Botella, tanta fué su insistencia que al President, después de pénsarselo bastante, se levantó , tomó una cucharilla en sus manos, y muy solemnemente, dirigiéndose a la concurrencia dijo: Majestades, altezas, autoridades todas, para que vean mis habilidades, les voy ha realizar un juego de manos. Tomo esta cucharilla, me la guardo en este bolsillo, y ahora, que se mire el Presidente Aznar en el suyo, que con el poder de mi mente, allí la he trasladado.
No hace falta que les diga de que color se les puso la cara al matrimonio Aznar, ni el gran aplauso que recibió el Sr. Pujol, por tamaña hazaña de malabarismo.
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